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Frustración en niños

Cómo transformar una pataleta en una oportunidad

Publicado el 05/03/2015

No existe niño(a) que no haga berrinches ante algo que no logra dominar. Esta emoción es inherente al ser humano y la clave para que no se convierta en un problema en la adultez está en la manera en que los padres ayudan a sus hijos a manejar y enfrentar estas situaciones.

La frustración es la reacción psicológica frente a la insatisfacción de una necesidad o un deseo, ante el fracaso o la pérdida. Implica sentimientos y vivencias internas (enojo, pena o impotencia) y fisiológicas (palidez o rubor, dolor de cabeza, alteración del ritmo respiratorio, entre otros).

Causas de la frustración

Pueden ser internas, como la falta de habilidad psicomotora para andar en bicicleta; o externas, por ejemplo, cuando el menor percibe barreras para alcanzar un objetivo determinado, como la ausencia del progenitor en la celebración del Día del Padre o cuando no obtiene el juguete que quiere.

Para que un niño pueda lidiar con la frustración, es necesario enseñarle a transformar un fracaso en una oportunidad de aprender, de hacer las cosas de otra manera. También, hay que estimularlo a que lo intente de nuevo o que reemplace una actividad por otra en la que sí tenga éxito o bien que la postergue para más adelante. Es importante que sea capaz de negociar, ser creativo, valores y ocupar lo que tiene, en vez de sufrir por lo que no posee. Es decir, enseñarle a ser tolerante y flexible.

Recomendaciones para los padres

- Cuando el niño esté tranquilo, enséñale a respirar profundo y relajarse, de modo que cuando comience a frustrarse ante algún hecho se le recuerde y lo practique.
- Ante un momento de frustración, abrázalo con cariño y hazle masajes en la espalda, hablándole con un tono de voz contenedor. Luego, invítalo a hacer otra actividad.
- Utiliza música infantil para distraerlo y relajarlo.
- Usa maniobras distractivas, como jugar con las manos, salir al jardín, etc.
- Explícale con tranquilidad y claridad lo que no puede hacer y dale otras opciones. Dile que cuando esté tranquilo, puede pedir ayuda e intentar hacerlo nuevamente.


Con la colaboración de Pilar Bustamante, psicóloga de Clínica Santa María.