Paula Salgado
"Estamos agradecidos del equipo médico que nos apoyó en todo este proceso"
En marzo de 2005 la vida de Paula Salgado cambió rotundamente. Miguel, su segundo hijo, nació
con una comunicación intraventricular (CIV). Más tarde, Ema, su tercera hija, tendría
una complicación cardíaca aún mayor. Ambos se trataron en el Centro Cardiovascular
Pediátrico de Clínica Santa María y se recuperaron en forma satisfactoria. Hoy tienen
7 y 4 años, respectivamente.
Paula Salgado (37) esperaba con ansias el nacimiento de su segundo hijo, Miguel. No había tenido complicaciones
en el embarazo -más que la detección de un soplo al corazón- hasta que al segundo
día de nacido se confirmó que el pequeño tenía una tetralogía de Fallot.
Se trata de un defecto en el que existe una estrechez que obstruye el paso de la sangre desde el ventrículo
derecho hacia los pulmones y un orificio amplio entre los dos ventrículos, llamado comunicación
interventricular ( CIV). En el corazón normal, la sangre avanza sin dificultad hacia la arteria
pulmonar, pero en el Fallot, se ve obligada a desviarse hacia la aorta, provocando diversas complicaciones.
"Cuando me dijeron que había que operar del corazón a mi hijo recién nacido sufrí
mucho, pero investigué y busqué a los mejores especialistas", comenta la madre. Fue así
como llegó al equipo del Centro Cardiovascular Pediátrico (CCVP) de Clínica Santa
María.
El problema de Miguel era una cardiopatía congénita que requería de una compleja cirugía,
pero no de forma inmediata, por lo que el especialista le recomendó esperar hasta los seis meses
de edad para operar.
Sin embargo, el niño se cansaba al tomar leche, e incluso se enfermó con el virus sincicial
al cuarto mes, lo que obligó a adelantar la intervención un par de semanas. No obstante,
la operación resultó exitosa y a los cinco días el niño se encontraba de
regreso en casa.
Actualmente, Miguel tiene siete años y hace su vida en forma normal, no toma medicamentos, debe cuidar
de forma más exhaustiva su higiene bucal para evitar infecciones y controlarse una vez al año.
Pero la historia volvería a repetirse. "Tres años después, Ema, mi hija menor, pasaría
por lo mismo, pero me entregué confiada porque ya conocía a mis doctores de Clínica
Santa María", comenta Paula.
Durante el quinto mes de embarazo, la ecografista diagnosticó que la menor venía con un problema
similar al de su hermano Miguel, pero que además no visualizaba la válvula pulmonar. Se
trataba de una atresia pulmonar, una forma de cardiopatía en la cual la válvula pulmonar
no se forma de manera apropiada, provocando que la sangre del lado derecho del corazón no pueda
viajar a los pulmones para ser oxigenada.
A pesar de la gran angustia, Paula decidió actuar rápidamente. Planificó con cautela
qué se haría al momento de que Ema naciera y al séptimo día fue operada por
el equipo del Centro Cardiovascular Pediátrico de Clínica Santa María.
"Hubo
una coordinación del equipo increíble, desde su nacimiento hasta el ingreso a la Unidad
Crítica", recuerda la madre. La operación se realizó sin complicaciones, la recuperación
de Ema fue muy satisfactoria y, al igual que su hermano, lleva una vida normal, no toma medicamentos
y sólo se controla en forma periódica.
Hoy, cerca de cuatro años después, Paula ya no se cuestiona lo que pasó con sus hijos.
Cuenta que fue una experiencia de vida y que han logrado seguir adelante. "Hoy mis niños crecen
sanos, después de la enorme lucha que dieron. Estamos súper contentos de haber elegido
el CCVP de la Santa María y estamos agradecidos del equipo médico que nos apoyó
en todo este proceso", finaliza Paula.