Santiago Cuevas

 

Agosto 2015
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Paula Salgado

"Estamos agradecidos del equipo médico que nos apoyó en todo este proceso"

En marzo de 2005 la vida de Paula Salgado cambió rotundamente. Miguel, su segundo hijo, nació con una comunicación intraventricular (CIV). Más tarde, Ema, su tercera hija, tendría una complicación cardíaca aún mayor. Ambos se trataron en el Centro Cardiovascular Pediátrico de Clínica Santa María y se recuperaron en forma satisfactoria. Hoy tienen 7 y 4 años, respectivamente.

Paula Salgado (37) esperaba con ansias el nacimiento de su segundo hijo, Miguel. No había tenido complicaciones en el embarazo -más que la detección de un soplo al corazón- hasta que al segundo día de nacido se confirmó que el pequeño tenía una tetralogía de Fallot.

Se trata de un defecto en el que existe una estrechez que obstruye el paso de la sangre desde el ventrículo derecho hacia los pulmones y un orificio amplio entre los dos ventrículos, llamado comunicación interventricular ( CIV). En el corazón normal, la sangre avanza sin dificultad hacia la arteria pulmonar, pero en el Fallot, se ve obligada a desviarse hacia la aorta, provocando diversas complicaciones.
"Cuando me dijeron que había que operar del corazón a mi hijo recién nacido sufrí mucho, pero investigué y busqué a los mejores especialistas", comenta la madre. Fue así como llegó al equipo del Centro Cardiovascular Pediátrico (CCVP) de Clínica Santa María.

El problema de Miguel era una cardiopatía congénita que requería de una compleja cirugía, pero no de forma inmediata, por lo que el especialista le recomendó esperar hasta los seis meses de edad para operar.

Sin embargo, el niño se cansaba al tomar leche, e incluso se enfermó con el virus sincicial al cuarto mes, lo que obligó a adelantar la intervención un par de semanas. No obstante, la operación resultó exitosa y a los cinco días el niño se encontraba de regreso en casa.

Actualmente, Miguel tiene siete años y hace su vida en forma normal, no toma medicamentos, debe cuidar de forma más exhaustiva su higiene bucal para evitar infecciones y controlarse una vez al año.

Pero la historia volvería a repetirse. "Tres años después, Ema, mi hija menor, pasaría por lo mismo, pero me entregué confiada porque ya conocía a mis doctores de Clínica Santa María", comenta Paula.

Durante el quinto mes de embarazo, la ecografista diagnosticó que la menor venía con un problema similar al de su hermano Miguel, pero que además no visualizaba la válvula pulmonar. Se trataba de una atresia pulmonar, una forma de cardiopatía en la cual la válvula pulmonar no se forma de manera apropiada, provocando que la sangre del lado derecho del corazón no pueda viajar a los pulmones para ser oxigenada.

A pesar de la gran angustia, Paula decidió actuar rápidamente. Planificó con cautela qué se haría al momento de que Ema naciera y al séptimo día fue operada por el equipo del Centro Cardiovascular Pediátrico de Clínica Santa María.
"Hubo una coordinación del equipo increíble, desde su nacimiento hasta el ingreso a la Unidad Crítica", recuerda la madre. La operación se realizó sin complicaciones, la recuperación de Ema fue muy satisfactoria y, al igual que su hermano, lleva una vida normal, no toma medicamentos y sólo se controla en forma periódica.

Hoy, cerca de cuatro años después, Paula ya no se cuestiona lo que pasó con sus hijos. Cuenta que fue una experiencia de vida y que han logrado seguir adelante. "Hoy mis niños crecen sanos, después de la enorme lucha que dieron. Estamos súper contentos de haber elegido el CCVP de la Santa María y estamos agradecidos del equipo médico que nos apoyó en todo este proceso", finaliza Paula.

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Paulina Naudón

"Sabíamos que estábamos en las mejores manos y en el lugar correcto"

A los seis meses de embarazo, esta madre primeriza se enteró de que su hija tenía una cardiopatía congénita que no le permitiría vivir. Hoy, a pesar del mal pronóstico, Piri tiene siete años.

"Saber que estaba embarazada fue uno de los minutos más felices de mi vida, pero la alegría duró hasta las 24 semanas de gestación, cuando supe que mi hija nacería con hipoplasia en el ventrículo izquierdo del corazón", recuerda Paulina Naudón. 

Este síndrome se produce porque el ventrículo es de menor tamaño a lo habitual, lo que no le permite bombear suficiente sangre al organismo, por lo que es necesario realizar una cirugía para corregir la anomalía.

Piri Esperanza nació en octubre de 2005, su estado grave hizo que la bautizaran ese mismo día. "Luego del parto, esperamos a que muriera, pero un ecocardiograma reveló que la hipoplasia era de ventrículo derecho (el corazón estaba dado vuelta) y por eso se mantenía viva, sin embargo, el resto de las malformaciones en su corazón impedían operarla", relata Paulina.

Los meses pasaron y en abril de 2006 se dio la posibilidad de intervenirla en Clínica Santa María con el cirujano cardíaco Dr. Stephan Haecker. "Con mi marido investigamos que tenían las mejores estadísticas de experiencia, sobrevivencia y de recuperación, por lo que sabíamos que estábamos en las mejores manos y en el lugar correcto", comenta Paulina.

La estadía de Piri en la clínica sería de un mes, pero a los 10 días estaba en casa.



Agosto 2013