Los desórdenes gastroenterológicos, de estómago, intestino, hígado, son alteraciones de frecuente aparición en el ser humano. Nuestra estrecha relación con el medio ambiente a través de los alimentos hace incrementar su prevalencia en el organismo.
Dolor de estómago, acidez, mala digestión, entre otros, son problemas que no debemos pasar por alto, ya que pueden convertirse en enfermedades graves. Éstas muchas veces están provocadas por el estrés, la comida rápida en la jornada laboral, los desórdenes alimenticios, el tabaco o el alcohol.
Por esto, en Clínica Santa María contamos con un equipo médico especialista en trastornos gástricos, que enfrentarán de la mejor manera posible las enfermedades de sus pacientes, prestando una atención integral en las distintas áreas que se relacionen con determinada patología.
Existen muchos mitos sobre esta enfermedad, por eso es importante aclarar que a diferencia de lo que la gran mayoría piensa se trata de un trastorno funcional del intestino grueso (colon e intestino grueso es lo mismo). Es decir, es un problema de su funcionamiento y no de su forma o estructura. Si uno compara el de una persona que padece este síndrome con una que no, tienen exactamente el mismo aspecto. Además, el colon no se inflama ni se irrita. El término irritable debe entenderse como "enojado" no como inflamado.
Causa
La causa del colon irritable es aún desconocida. A diferencia de lo que muchos creen, no se debe a problemas psicológicos. El estrés puede generar crisis o aumentar los síntomas, pero no hace aparecer la enfermedad. Lo mismo sucede con el consumo de algunos alimentos y cambios hormonales, que desencadenan la enfermedad pero no la provocan.
¿En qué consiste la enfermedad?
El tubo digestivo, del cual es parte el intestino grueso, posee varias capas una de las cuales es de músculos. En un sistema que funciona de forma normal, estos músculos permiten que el intestino tenga contracciones (que se apriete y suelte) que hacen avanzar el contenido hacia el recto, lo que se hace en forma ordenada y se activa cuando se come.
Una persona que padece este trastorno posee alteraciones en estos movimientos, es decir, contracciones y/o relajación anormal de los músculos e hipersensibilidad en los nervios intestinales, lo que significa que existe percepción de sensaciones desagradables. Todos los malestares que se puedan tener por el colon irritable se debe a este mal funcionamiento.
Ésta es una de las enfermedades que más síntomas distintos tiene entre una persona y otra, algunos de ellos pueden ser:
- Duración mayor a tres semanas, habitualmente meses o años. Si las molestias duran menos de este periodo no se trata de colon irritable.
- Dolor o disconfort abdominal (malestar, pesadez).
- Dolor se alivia al obrar.
- Dolor se alivia al obrar.
- Deposiciones duras, blandas o líquidas.
- Sensación de pujo, de urgencia o de evacuación incompleta.
- Eliminación de mucosidades.
- Meteorismo o sensación de distensión abdominal (hinchazón).
En cada persona esta enfermedad se manifiesta de forma diferente, se pueden padecer todos estos síntomas o sólo uno de ellos. Además, pueden cambiar en el tiempo.
Para diagnosticar este síndrome debe haber presencia de alguno de los síntomas antes descritos y descartar enfermedades orgánicas que puedan dar señales similares. Para ello se debe consultar a un Gastroenterólogo, quien realizará una evaluación diagnóstica que consiste en conocer la historia clínica (cuadro sugerente de los síntomas antes descritos y ausencia de otras enfermedades), exámenes físicos, de laboratorio y en algunas ocasiones de imágenes y endoscopias.
En el caso de tratarse de colon irritable, los resultados de todo lo anterior debe resultar normal. Es importante tener claro que, aunque es molesto, es una condición benigna, ya que el colon no se daña y no produce otras enfermedades estomacales o gastrointestinales.
- Baja de peso.
- Dolor o síntomas que despierten a la persona.
- Inicio de las molestias a edades mayores, ya que empieza en la adolescencia o adultez no después.
- Presencia de sangre en las deposiciones.
- Cambios en las características de los síntomas habituales de la persona.
- Alteraciones en los exámenes.
No existe una cura definitiva para esta afección, debido a que es crónica. Sí hay medidas que permiten tratar los síntomas y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen como hacer un cambio en la dieta, disminuir el estrés y en algunos casos, cuando el médico lo determine, tomar medicamentos.
No existe una dieta estándar, ésta debe ser ajustada a cada paciente. Por eso es muy importante que cada persona identifique los alimentos que le provocan molestias. Una vez identificados, hay que tratar de evitarlos.
Algunas cosas que pueden empeorar los síntomas son:
- El café
- Las grasas
- Frituras
- Cremas
- Alcohol y bebidas gaseosas
- Alimentos que tienden a aumentar la distensión como la cebolla, repollo, brócoli, coliflor alcachofa.
- El consumo de fibras (frutas, verduras, cereales) es beneficioso, a no ser que se padezca colon con predominio de diarrea. En esos casos deben restringirse. También es importante consumir mucho líquido y fraccionar las comidas (tres o cuatro al día).
Además de cuidar la dieta es necesario controlar el estrés con actividades de relajación, ejercicios regulares y reduciendo los factores que producen tensión.
Molestias al ir al baño, dolor al sentarse y sangramiento son los síntomas de las desagradables hemorroides que, además de ser molestas, causan vergüenza.
Las hemorroides son dilataciones de las venas ubicadas en el canal anal. Todos las poseemos pero en algunas personas se dilatan y crecen más allá de lo normal causando las molestias antes mencionadas.
Tipo
Existen dos tipos, las internas y externas. En el caso de estas últimas, es cuando la sangre que está dentro de ellas se coagula y no circula de manera normal, por lo que se produce una trombosis hemorroidal. En este caso se produce mucho dolor y se palpa un aumento de volumen perianal.
Las internas en cambio, son las venas que se inflaman dentro del ano y pueden protruir hacia el exterior, causar hemorragia, quemazón, prurito y descarga mucosa.
Causas
La causa puede ser por factores hereditarios o por hacer mucha fuerza, ya que las hemorroides pueden crecer y salir hacia fuera. Esto es frecuente cuando se padece estreñimiento, en las últimas semanas de embarazo -especialmente en el parto por la fuerza que se realiza al pujar-, por estar mucho tiempo de pie o sentado e incluso cuando se tiene diarrea, ya que se puede producir irritación.
Cuando un paciente tiene hemorroides que no dan demasiadas molestias, el tratamiento consiste en hacer que las deposiciones salgan más blandas para que así el paciente haga menos fuerza.
En el caso de sangramiento y/o prolapso hemorroidal, si lo anterior no da resultados, se puede ver la posibilidad de una intervención (ligadura elástica o cirugía). Para proceder a este paso es importante investigar al paciente, es decir, verificar que sus síntomas provengan de las hemorroides y no de otra parte (descartar pólipos, cáncer de colon, malformación arteriovenosa o alguna enfermedad inflamatoria del colon y/o recto).
Si la persona posee hemorroides mixtas, con importante componente externo que sean grandes y que producen sangramiento, se indica la cirugía tradicional, que es dolorosa y de lenta recuperación (20 a 30 días). Pero cuando son esencialmente internas, se tiende a preferir la cirugía PPH, que es un método moderno que produce pocas molestias, es menos incómodo y de rápida recuperación. Consiste en devolver las hemorroides a su lugar original mediante corchetes que se ubican dentro del canal anal.
- Tener una dieta rica en fibras, que permita ir fácil al baño.
- Mantener una buena higiene.
- Evitar comidas muy condimentadas.
- Evitar la ingesta de alcohol.
- Consultar a un especialista en caso de sangrado rectal.
El reflujo es la inflamación del esófago (tubo que conduce el alimento desde la garganta hasta el estómago). Se produce por el movimiento del líquido formado por ácidos y otros contenidos del estómago, que retrocede hacia el esófago debido a una falla funcional o anatómica del mecanismo valvular que une el esófago con el estómago.
Cuando se mastican los alimentos, éstos pasan deglutidos por el tubo para así llegar al estómago, donde continúa el proceso de digestión. El reflujo se produce cuando la válvula llamada esfínter gastroesofágico no se cierra después de que lo ingerido llegó al estómago, produciéndose el retorno involuntario del contenido gástrico.
Síntomas
Su manifestación es muy variable; incluso puede no ser percibido por quien lo sufre. Los síntomas pueden ir desde de la acidez, dolor en el pecho, sensación de atoro con los alimentos, quemadura desde el estómago hasta la garganta, eructos frecuentes, tos y regurgitaciones (arcadas) hasta vómitos y miedo a comer.
Cuando hay más complicaciones se pueden presentar faringitis frecuentes, asfixia nocturna, dolor torácico y anemia por sangrado crónico. Es importante aclarar que el RGE se puede presentar en grados distintos y que en muchos casos la sintomatología no tiene relación directa con su severidad.
Tratamiento
Si un individuo tiene sintomatología de RGE debe consultar a un especialista para que realice el diagnóstico e indique tratamiento. Éste se debe acompañar con algunos cambios de la vida cotidiana, como cenar siempre de 60 a 120 minutos antes de acostarse, no comer acostado, levantar la cabecera de la cama, no fumar y mantener un peso adecuado.
Cuidar la alimentación también se convierte en un tema preponderante, por lo que se deben evitar ciertos alimentos, como las comidas grasas, el chocolate, la salsa de tomate, el exceso de condimentos, la menta (en pastillas y chicles, por ejemplo), maní, almendras y nueces. También las bebidas alcohólicas, el café y el té.
Un reflujo mal cuidado puede traer consecuencias como esofagitis crónica, esófago de Barret (situación que predispone a un mayor riesgo de cáncer de esófago) o úlceras esofágicas, por lo que es importante un diagnóstico y tratamiento precoz.