Las enfermedades metabólicas son un conjunto de enfermedades hereditarias que implican alteraciones del metabolismo. Se presentan en cualquier etapa de la vida, pero más frecuentemente en la infancia. En algunos casos son niños sanos al nacer y con los años desarrollan estas enfermedades.
En Clínica Santa María contamos con investigaciones avanzadas en este tipo de enfermedades y sus tratamientos, para apoyar de la mejor manera a nuestros pacientes y sus familias.
Para poder comprender las enfermedades tiroideas, es importante destacar que esta glándula, ubicada en la parte anterior del cuello bajo la Manzana de Adán, es la encargada de secretar importantes hormonas (T3 y T4) esenciales para el crecimiento y desarrollo, la frecuencia cardiaca, la tensión arterial, la temperatura corporal y la tasa metabólica del cuerpo.
La producción de estas hormonas es controlada, a su vez, por otra hormona denominada TSH, la cual es segregada por la glándula hipófisis en la base del cerebro.
Cuando la glándula tiroides se altera y comienza a producir en exceso, o por el contrario, deja de producir la cantidad necesaria de estas hormonas, se desarrollan una serie de síntomas y problemas en el organismo que dan origen al hipertiroidismo e hipotiroidismo, según sea la cantidad de producción hormonal.
Estas enfermedades son un 80% más frecuentes en las mujeres que en los hombres, ya que ellas tienen una mayor predisposición genética. Ambas enfermedades se producen por un factor inmunológico, donde los anticuerpos del organismo comienzan a influir en el órgano haciéndolo trabajar de una manera inadecuada. En general, se debe tener una predisposición genética, un historial de antecesores que haya sufrido la enfermedad.
El hipertiroidismo, tal como lo dice la palabra, se produce por un exceso en la producción de hormonas tiroideas. Esta alteración produce en los pacientes ciertos síntomas como:
- Una baja importante en el peso, aún con una ingesta de comida normal.
- Sudoración e intolerancia al calor.
- Falta de fuerza, cansancio y debilidad.
- Diarrea o deposiciones más frecuentes de lo habitual.
- Pérdida del cabello.
- En el caso de las mujeres, alteraciones en la menstruación.
- A esto agrega que los ojos se suelen tornar más brillantes y grandes, por lo que muchas veces se puede diagnosticar la enfermedad a raíz de la mirada.
El tratamiento para esta enfermedad consiste en lograr que se liberen menos hormonas tiroideas, lo cual se consigue a través de tres posibilidades: fármacos, yodo radioactivo y cirugía. Ninguno de estos tratamientos es 100% efectivo y va a depender de cada paciente el que se deba utilizar, aunque generalmente la cirugía se deja como última alternativa.
Los medicamentos utilizados consisten en fármacos antitiroideos que bloquean la producción de hormonas tiroideas y se deben utilizar por tiempo prolongado. El yodo radioactivo, por su parte, destruye el tejido tiroideo, quedando habitualmente en estado hipotiroideo. Finalmente, la cirugía implica la extirpación total o parcial de la tiroides.
Bastante más frecuente es la deficiencia en la producción de hormonas tiroideas, la cual afecta aproximadamente a un 5% de la población y es denominada hipotiroidismo.
Este trastorno hace que el paciente ande más decaído, con sueño y cansado, que tenga la piel más reseca, pérdida del cabello, intolerancia al frío, estreñimiento, somnolencia y reflejos más lentos. Además de hinchazón, edemas, aumento en los niveles de colesterol y de peso. En el fondo, se anda más lento y deprimido porque las hormonas tiroideas son como las “pilas” del organismo.
El tratamiento para esta enfermedad es bastante más sencillo que en el caso del hipertiroidismo, ya que sólo se requiere administrarle al afectado la dosis de hormonas que le falta. La levotiroxina (Eutirox®, T4 Bagó®) es el medicamento más común y se debe administrar diariamente, de por vida. La dosis varía según cada paciente.
Es importante recalcar que las mujeres embarazadas que sufren de este mal no deben dejar de tomar el medicamento, ya que las guaguas no tienen tiroides propia hasta el cuarto mes de gestación, por lo que hasta ese entonces dependen de la glándula de su madre y si elimina la ingesta del medicamento la guagua puede verse afectada.
La desinformación de la población respecto de estas enfermedades ha generado ciertos mitos respecto de ellas, como la probabilidad de cáncer a la tiroides y problemas de obesidad.
Si bien es cierto que el hipertiroidismo produce una baja de peso, no es verdad que el hipotiroidismo genere una gordura excesiva. Lo máximo que se puede subir por esta enfermedad son dos a tres kilos, producto de la retención de líquidos y no por problemas de aumento de la grasa. Por otro lado, la aparición de nódulos benignos o cancerosos en la glándula tiroides tampoco tiene relación con estos trastornos.
El hipertiroidismo y el hipotiroidismo no encierran peligros graves en la medida que sean tratados adecuadamente. Tampoco se pueden prevenir, lo que sí se puede hacer es pesquisarlas de manera temprana a través de exámenes de sangre, de manera que la sintomatología sea menor y con menos molestias.
Las enfermedades tiroideas son genéticas y se transmiten generacionalmente. Por tanto, todas las personas que tienen antecedentes familiares deben chequearse periódicamente.
Así mismo, las mujeres que han tenidos hijos y sufren de depresión post parto deben chequearse también, ya que muchas de estas depresiones se deben a problemas en la tiroides.
Los pacientes con antecedentes de radioterapia externa, al igual que aquellos en tratamiento crónico con algunos medicamentos como amiodarona, carbonato de litio, etc. deben estar atentos y controlarse periódicamente. Asimismo los niños con síndrome de Down o de Turner.
Conocida como “la diabetes del adulto”, lo cierto es que cada vez son más los niños y adolescentes diagnosticados con esta enfermedad. A pesar de que en su aparición influyen factores genéticos, que no se pueden modificar, sí se puede prevenir luchando contra la obesidad, principal causante de esta patología.
Recientemente ha sido declarada como la nueva “epidemia” del siglo XXI. Y esto no es para menos, ya que es la única enfermedad que se produce sin contagio que ha sido catalogada como tal por las Naciones Unidas.
¿Por qué se produce?
Hace unos 10 años que la diabetes Tipo 2 comenzó a afectar a niños y adolescentes. Esto se debe principalmente al aumento de niños obesos o con sobrepeso en Chile, que en muchos casos presentan algún problema metabólico.
Son precisamente estos trastornos los que, de no ser tratados a tiempo, pueden derivar en una diabetes 2.
Primero se produce una resistencia a la insulina, etapa en que esta hormona no funciona adecuadamente, impidiendo el ingreso correcto de la glucosa a las células. En esta fase la glicemia (nivel de azúcar en la sangre) aún puede estar dentro de los rangos normales, por lo que es más difícil de pesquisar. El diagnóstico es posible mediante la determinación de los niveles de insulina, colesterol y triglicéridos.
Una segunda etapa es la pre diabetes, en la cual la glicemia sí está alterada. Los niveles se encuentran entre 100 y 126 mg/dl en ayunas y de 140 a 200 mg/dl después de comer. Hasta esta fase la enfermedad es aún reversible.
El tratamiento más efectivo para estos casos es un cambio real del estilo de vida del paciente y su entorno, lo que se basa en tres pilares:
- La dieta: La alimentación debe incluir mucha fibra (frutas, verduras y legumbres) y cantidades normales o reducidas de hidratos de carbono, como las papas, masas y dulces en general.
- Ejercicio: La actividad física estimula la acción de la insulina, mejora la respuesta del cuerpo y contribuye a bajar de peso.
- Medicamentos: En una primera etapa, las dos medidas antes mencionadas suelen ser suficientes, sin embargo, si no se logra controlar la enfermedad con este cambio en el estilo de vida se pueden recetar medicamentos como la metformina, fármaco que sensibiliza los tejidos a la acción de la insulina.
Una vez que el organismo ya no es capaz de regular el proceso por el cual la glucosa se introduce en las células, ésta queda circulando en el cuerpo, produciéndose entonces una hiperglicemia (altos niveles de azúcar, por sobre los 200 mg/dl), signo inequívoco de la presencia de la diabetes Tipo dos.
Esta condición ya no es reversible, aunque sí existe un tratamiento que, de realizarse adecuadamente, no implica un deterioro en la salud ni en la calidad de vida. Una persona puede vivir muchos años con esta condición y es por lo general en esta etapa, cuando ya no se puede revertir el proceso.
Por esto es tan importante que se pesquise a los niños y adolescentes apenas presenten factores de riesgo. La consulta con un Endocrinólogo en caso de que el menor esté con sobrepeso, a cualquier edad, incluso a los meses de vida, es la mejor forma de atacar y prevenir a tiempo la enfermedad.
La mejor recomendación es que los menores lleven un estilo de vida saludable en todos los sentidos. Una alimentación sana, baja en grasas, normal en carbohidratos y alta en fibras; fomentar el deporte, que contribuye a bajar los kilos extra y a mejorar la acción de la insulina y, lo más importante, mantener al niño en el peso adecuado para su talla.
- Sobrepeso u obesidad en niños y adolescentes.
- Antecedentes familiares con diabetes, ya sea tipo uno, tipo dos o gestacional.
- Sedentarismo y problemas cardiovasculares.
- Según datos de la Junaeb, casi el 20% de los niños que cursan 1º básico son obesos.
- De los menores que consultan por obesidad en Clínica Santa María, el 43% presenta algún grado de trastorno metabólico.
- Uno de cada tres menores con pre diabetes va a derivar en diabetes Tipo dos en algún minuto de su vida.