La Urología es la especialidad médico-quirúrgica que se ocupa del estudio, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades que afectan al aparato urinario de ambos sexos y al aparato reproductor masculino.
La misión de esta unidad es realizar una buena función preventiva, con un manejo integral del paciente y un diagnóstico temprano de patologías, para evitar la aparición de enfermedades graves.
Para ello, Clínica santa María cuenta con un completo equipo médico que pone al servicio de sus pacientes y que pueden solucionar sus inquietudes de la mejor manera posible.
Esta enfermedad afecta a más del 10% de la población y es más frecuente en hombres que en mujeres, principalmente en el adulto joven. Así mismo, las personas con hábitos sedentarios o con gran exposición al calor son más propensas a padecerla.
La molesta presencia de cálculos o “piedras” en el interior de los riñones o de las vías urinarias, se debe a una concentración de sustancias que comúnmente viajan en la orina, pero que por alguna razón se condensan y solidifican en fragmentos de mayor o menor tamaño.
Causas
Las causas de esta enfermedad pueden ser:
- Factores genéticos como malformaciones en los riñones.
- Desórdenes alimenticios como el exceso de sal en las comidas, escasa ingesta de líquido y una vida sedentaria.
Síntomas
Dependiente de su tamaño y composición, los cálculos pueden causar diferentes síntomas:
- El más común de todos es el cólico renal. Produce un intenso dolor en la zona lumbar que se irradia hasta el abdomen y no se alivia. Muchas veces va acompañado de náuseas, vómitos y sudoración.
- Infecciones urinarias y hematuria (sangre en la orina).
Diagnóstico
La forma más certera de diagnóstico para esta enfermedad es mediante algunos exámenes como radiografías, urografías o contraste y ecografías. Éstos permiten determinar el tamaño de las piedras. Posteriormente se analiza su composición y las posibles enfermedades asociadas a su aparición.
Aun cuando la composición de estos cálculos es variada, los más comunes son los derivados del calcio (oxalato cálcico, fosfato cálcico) y los de ácido úrico. Sin embargo, todos son potencialmente dañinos y requieren de atención médica.
Lo principal para realizar el diagnóstico, es conocer los antecedentes médicos y sexuales del paciente. También se realiza un examen físico dirigido, evaluaciones psicosociales y pruebas de laboratorio e imágenes, de acuerdo a lo que requiera cada persona.
Habitualmente, el tratamiento consiste en utilizar una adecuada hidratación, dieta blanda, reposo, calmantes para el dolor y algunos relajantes para ayudar a la eliminación espontánea de la o las piedras, mientras su tamaño lo permita. Si éstas son muy grandes (mayores a 5 mm), es necesario fragmentarlas mediante el uso de ultrasonido.
Clínica Santa María posee el equipo más moderno que existe en el país para dar solución a este problema, a través del cual se consiguen altas tasas de fragmentación, con mínimas complicaciones y escasa necesidad de procedimientos adicionales. Sólo en situaciones excepcionales se requieren procedimientos más invasivos como endoscopias o laparoscopias.
Una adecuada ingesta de líquido y una nutrición apropiada acompañada de ejercicios periódicos, disminuyen la posibilidad de formar estas concreciones. Sin embargo, existen personas que a pesar de estos cuidados pueden continuar formando estas piedras. Para este grupo de pacientes, es necesario agregar algunos fármacos con los cuales se le “enseña” al riñón a no producirlas más, deteniendo así esta enfermedad.
Las disfunciones sexuales son un grupo de enfermedades que afectan la vida del hombre. Para ellos es un tema complejo de aceptar, ya que afecta su masculinidad y les hace sentir vergüenza, motivo que muchas veces impide buscar ayuda. Es importante que el paciente consulte con un especialista, ya que estas patologías pueden tratarse y tienen un excelente pronóstico.
Una de las disfunciones más comunes, es la eréctil. Definida como la incapacidad de alcanzar o mantener una erección suficiente para tener una relación sexual satisfactoria. Puede ser incapacidad total o parcial, que se presenta en grados variables (de leve a severa) o aparecer sólo en algunas ocasiones (situacional).
Ocurre a cualquier edad, pero la incidencia aumenta con los años. Entre los 40 y 70 años, un 52% de los hombres la padece en algún grado. Es importante considerar que esta enfermedad no puede ser considerada como un fenómeno normal del envejecimiento.
Consecuencias de la disfunción eréctil
Además de causar estrés y afectar seriamente la vida en pareja, está comprobado que quienes padecen de disfunción eréctil, están en riesgo de sufrir en el futuro otras patologías, como por ejemplo, infartos cardíacos. Por ello, deben ser evaluados seriamente por un especialista.
Sin embargo, el miedo y la vergüenza son sentimientos que están a menudo presentes al momento de consultar. Estudios muestran que sólo el 66% de quienes presentan este problema, buscan ayuda.
Nuestra misión es cambiar esto, entregando un ambiente serio, grato y acogedor para estudiar y manejar a los pacientes, para lo cual existen excelentes y seguras alternativas de tratamiento.
El origen principal de la disfunción eréctil es de tipo neuro-vascular. En la mayoría de los casos es consecuencia de una mezcla de causas, como factores psicológicos (depresión, ansiedad, estrés, problemas con la pareja, etc.), y enfermedades orgánicas (diabetes, mellitus, hipertensión, colesterol alto, enfermedad vascular periférica o aterosclerosis, obesidad, tabaquismo, hipogonadismo, síndrome metabólico, ciertas enfermedades neurológicas, entre otras. También puede ser consecuencia de algunos medicamente de uso habitual o de cirugías pélvicas.
Lo principal para realizare el diagnóstico, es conocer los antecedentes médicos y sexuales del paciente. También se realiza un examen físico dirigido, a evaluaciones psicosociales y pruebas de laboratorio e imágenes, de acuerdo a lo que requiera cada paciente.
Tratamiento
Existe una amplia variedad de opciones para enfrentar la disfunción eréctil. El manejo se debe ajustar estrictamente a las necesidades de cada paciente y habitualmente se debe partir de las alternativas más sencillas hasta llegar a la de mayor complejidad.
Los tratamientos se pueden clasificar en aquellos de:
- Cambio de hábitos: Dejar de fumar, moderar el consumo de alcohol, realizar ejercicio periódicamente, mantener una dieta sana.
- Terapia sexual: Si hay un componente psicológico importante, se debe consultar con un equipo de psicólogos y psiquiatras expertos en la materia.
- Medicamentos orales: Presentan muy buena respuesta. A pesar de ser seguros, siempre es importante consultar con un especialista antes de usarlos, debido a que tienen algunas contraindicaciones muy precisas.
- Terapia de reemplazo hormonal: En caso que existe un cuadro de hipogonadismo (bajos niveles de testosterona, que es la hormona masculina, asociado con síntomas de deficiente de ésta) se debe suplementar.
- Ondas de choque: Es un tratamiento nuevo, no invasivo, dirigido principalmente a los pacientes con disfunción eréctil de tipo vascular.
- Dispositivo de vacío (Vacuum): Aparatos que generan una erección aplicando vacío al pene.
- Inyecciones peneanas: Inyecciones de drogas vasoactivas que generan erección y se aplican directamente en el pene. Las primeras veces deben ser supervisadas por un médico y luego, pueden ser autoadministradas. Aunque pareciera ser muy invasivo, es en general muy bien tolerado.
- Prótesis de pene: Si los tratamientos anteriores no resultan, se puede utilizar la inserción de prótesis en el pene. Se trata de dispositivos de silicona o poliuretano muy sofisticados, de demostrada seguridad y éxito, que ayudan al paciente a obtener erecciones de la duración deseada.
- Cirugía vascular: En casos muy seleccionados puede ser beneficiosa la realización de cirugías donde se intenta devolver la circulación de sangre al pene cuando ésta ha sido dañada.