Daniela Utreras, de 25 años, sufría fuertes taquicardias que le provocaban mareos, cansancio y dolor. Actividades tan simples, como jugar con su hijo o hacer un paseo, eran imposibles de realizar. Luego de una intervención realizada con éxito en Clínica Santa María, la joven retomó su rutina y hoy mira el futuro con optimismo.
En agosto del año pasado, Daniela tuvo taquicardia por primera vez. En esa oportunidad pensó que se trataba de algo pasajero y sin mayor importancia, aunque le llamó la atención que ocurriera de forma inesperada, mientras estaba en reposo y sin haber pasado susto ni estrés alguno.
Lejos de desaparecer, estos episodios se hicieron cada vez más frecuentes y en dos meses limitaron radicalmente su vida. “Me levantaba y acostaba con taquicardia, las que en algunas ocasiones eran tan fuertes que me provocaban un dolor que se irradiaba a la espalda y vómitos”, recuerda. En octubre, las taquicardias hicieron que Daniela perdiera su independencia. “No sólo me costaba hacer las cosas, sino que mi familia vivía atemorizada y evitaban dejarme sola por si me desmayaba”, relata.
Una persona adulta en estado de reposo tiene una frecuencia cardíaca que fluctúa entre 50 y 100 pulsaciones por minuto. El corazón de Daniela podía alcanzar las 230 pulsaciones en este período. Por ello, consultó con el
Dr. Aníbal Zamorano, cardiólogo de Clínica Santa María, quien después de evaluar el resultado de un electrocardiograma le diagnosticó taquicardia paroxística supraventricular, un trastorno del ritmo cardíaco que se caracteriza por una frecuencia cardíaca acelerada.
Para superar este cuadro, la joven debía ser sometida a una ablación cardíaca, la que estuvo a cargo del
Dr. Mauricio Cereceda, cardiólogo y electrofisiólogo de la Institución. “El procedimiento fue corto y no sentí dolor, sólo algo de ardor en la zona del corazón”, recuerda Daniela, quien hace notar que el postoperatorio fue muy llevadero y sin contratiempos.
Afortunadamente, la paciente dejó atrás la angustia de verse limitada a tan temprana edad. “La tranquilidad que tengo después de la intervención es impagable”, reconoce Daniela y agrega: “El equipo médico es muy profesional y preocupado. Estoy muy agradecida de Clínica Santa María, ya que me atendieron muy bien. Este procedimiento cambió mi vida”.
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Dr. Mauricio Cereceda
Cardiólogo y electrofisiólogo de Clínica Santa María
Las arritmias son trastornos del ritmo cardíaco y se producen por alteraciones en la generación del impulso eléctrico o de la conducción de éste. Estas irregularidades pueden ser inofensivas, pero en casos como el de Daniela deben tratarse, ya que afectan drásticamente la calidad de vida.
Para acabar con la enfermedad de esta paciente se sugirió realizar una ablación cardíaca, procedimiento que se realiza bajo anestesia local y que supone una rápida recuperación. La intervención implica introducir catéteres por la zona inguinal, los que llegan por vía venosa a la cavidad cardíaca. “Primero, se ubican los catéteres en puntos estratégicos del corazón para hacer un estudio electrofisiológico que permita determinar las características de las arritmias y se provoca una para obtener más información. Con todo ello, se procede a quemar el tejido anómalo que produce la patología”, explica el Dr. Mauricio Cereceda.
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Para realizar este procedimiento se utiliza un catéter especial que genera radiofrecuencia. Una vez concluida la intervención, se realizan maniobras de estimulación cardíaca para comprobar que la arritmia haya desaparecido. Superada esta etapa, el paciente ingresa a la Unidad de Cuidados Intermedios para ser monitoreado.
El Servicio de Cardiología de Clínica Santa María está integrado por cardiólogos, cirujanos cardiovasculares y vasculares, cirujanos vasculares periféricos y anestesistas especializados. Además, cuenta con un centro de atención ambulatoria y un completo servicio de hospitalización con tecnología de punta para entregar una atención integral y confiable a los pacientes con patologías cardíacas.
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