Cristóbal nació con una cardiopatía congénita grave. Desde los 13 años ha sido tratado por el equipo de El Centro del Corazón de Clínica Santa María, donde en diciembre del año pasado fue sometido a una compleja cirugía a corazón abierto. Luego de tres meses de una muy buena recuperación, el estudiante de Psicología cuenta cómo ha sido vivir con esta enfermedad.
Cuando tenía seis meses de embarazo, Paulette Landon, mamá de Cristóbal Cordero, quien vivía en Bélgica en esos años, se enteró de que su hijo tenía una cardiopatía congénita muy complicada: Transposición de las grandes arterias del corazón y estrechez en la arteria pulmonar y subpulmonar.
“Cris”, fue sometido a sus dos primeras cirugías en Europa. Ahí, siendo muy pequeño, conoció al
Dr. Luis Cárdenas, cardiólogo infantil de “El Centro del Corazón” de Clínica Santa María, quien en ese entonces se formaba en su especialidad y al volver a Chile, se convertiría en su médico tratante por cerca de 10 años.
“Me tocó conocer de cerca el caso de Cristóbal en Bruselas. Trabajé con su equipo médico, grandes profesionales, con quienes hemos seguido estudiando los tratamientos para él a lo largo de los años. De hecho, para su última cirugía, todo fue evaluado en conjunto con ellos, y concordamos que era el momento indicado”, comenta el especialista.
Vivir con una cardiopatía implica que los pacientes deben estar en constante seguimiento. Cuando Cristóbal era adolescente, los exámenes arrojaron que se estaba produciendo una estrechez en el lado izquierdo de su corazón. El signo más evidente de su condición eran arritmias -latidos fuera de tiempo- las cuales fueron aumentando en el tiempo. Aunque el equipo y su familia buscaban posponer lo más posible un nuevo procedimiento a corazón abierto, ya sobre los 20 años, la frecuencia con la que tenía arritmias evidenciaban algún grado de riesgo, por lo que era el momento de volver a intervenir.
Previo a la cirugía -a la cual fue sometido en diciembre de 2021- , Cris experimentó ciertos temores. “De algún modo tuve que juntar fuerza mental. Traté de planificar y dejar todo listo en mi universidad para estar tranquilo. Pero a la vez, siempre estuve seguro y tranquilo, porque confiaba en un 100% en los doctores”, explica.
Luego de tres meses de recuperación, su balance es positivo. Se siente muy bien, ha podido retomar sus estudios con normalidad y durante las últimas semanas está dando un paso muy importante porque dejará de ser un paciente pediátrico y se convertirá en uno adulto, dejando las consultas con el Dr. Cárdenas, su cardiólogo por 10 años, y continuando con el
Dr. Andrés Fantuzzi, cardiólogo adulto de El Centro del Corazón.
A pesar de su condición, el estudiante ha llevado una vida normal la mayoría del tiempo, siendo la única gran limitación el deporte, ya que no puede practicarlo de manera constante como le gustaría. “He vivido mi vida como todos. Siempre he podido ser feliz, salir con mis amigos, disfrutar con mi familia. Nunca me he complicado ni me he deprimido, siempre lo he tomado super bien. Se puede aprender mucho de una cardiopatía”, comenta Cristóbal.
Finalmente agradece a todos los especialistas de la Clínica: “Han sido un siete, me han tratado súper bien, me han explicado todo el proceso desde que tengo 13 años, siempre me he sentido muy acompañado”.