Los niños y adolescentes que presentan estas enfermedades sienten disconformidad con su apariencia física, por lo que ponen foco en los alimentos y peso corporal.
Entre las más comunes se encuentra la anorexia, bulimia y el trastorno por atracón, los cuales se caracterizan por una alteración en la percepción corporal del paciente, llevándolos hacer dietas restrictivas para adelgazar o a purgar a través de vómitos o ejercicio compulsivo. Es importante destacar, que personas con estos desórdenes pueden tener bajo peso o peso normal o sobrepeso.
Por otro lado, también están los que se engloban como ARFID (avoinding, restrictive food intake disorder) o TERIA (trastornos evitativos, restrictivos o selectivos de la ingesta alimentaria), los que generalmente se pesquisan más precozmente en la vida y se manifiestan en dificultades para alimentarse por motivos como dolor, malos recuerdos, miedo, problemas con las texturas o ansiedad.
“Una de las causas del primer trastorno es que los niños y adolescentes están desde muy pequeños expuestos a redes sociales, donde existe el fenómeno de seguir a personas ´ perfectas, por lo que se autoexigen para alcanzar esos prototipos de belleza. El segundo grupo, tiene factores de riesgo como: ser prematuros, tener enfermedades en el sistema digestivo, por ejemplo reflujo gastroesofágico o alergia alimentaria”, explica la Dra. Paulina Bravo, nutrióloga infantil de Clínica Santa María.
En general, las señales de los desórdenes más comunes son: aislamiento social, esconder el cuerpo bajo ropa ancha, seguir dietas restrictivas para adelgazar, tomar líquido en exceso, ejercitarse de manera compulsiva, chequearse excesivamente en el espejo, y encerrarse largo rato en el baño. En el caso de los niños que no comen por dificultades, se traduce en un compromiso del peso, talla e ingesta.
Los pacientes que tienen trastornos psiquiátricos como el obsesivo compulsivo, síndromes depresivos, antecedentes familiares de desórdenes alimentarios u obesidad, padres sometidos a cirugía bariátrica o que tienen disconformidad con el peso tienen más probabilidad de presentarlos. También, hay algunas actividades como el ballet, gimnasia y el modelaje en que clásicamente se fomentaba el bajo peso, pero en la actualidad ha ido cambiando.
“Estudios a nivel mundial afirman que estos trastornos aumentaron durante la pandemia. Luego de esto, da la sensación de que han estabilizado el número de nuevos casos, pero siguen siendo más frecuentes que antes. Cada vez se ven en edades más precoces y en hombres, ya que al igual que las mujeres se sienten más exigidos físicamente”, agrega la Dra. Bravo.
Estas patologías se deben tratar siempre por un equipo multidisciplinario bien entrenado compuesto por psicólogos, psiquiatras, nutriólogos, nutricionistas, adolescentólogos y, en el caso de los trastornos por dificultad, también se requiere de terapeutas ocupacionales y fonoaudiólogos.
A nivel psicológico, hay distintos tratamientos, como la terapia cognitivo conductual o la centrada en la familia, que han demostrado efectividad en estos pacientes.
Para prevenir estos trastornos se recomienda a los padres promover la vida saludable, incentivar espacios para estar en familia, cocinar juntos, no comentar sobre el cuerpo ajeno, y evitar iniciar o hablar constantemente de dietas frente a los hijos.
Clínica Santa María cuenta con los mejores especialistas y un equipo multidisciplinario para abordar los diagnósticos y tratamientos asociados con la conducta alimentaria.
Con la colaboración de la Dra. Paulina Bravo , nutrióloga infantil de Clínica Santa María.