Olga llegó a Clínica Santa María con una complicación mecánica en su corazón que es muy poco frecuente y que tiene escasa probabilidad de sobrevida. El diagnóstico oportuno del médico que la evaluó y la experiencia del cirujano que le realizó una intervención de urgencia, lograron salvarle la vida.
Olga Bagnara (76), nunca había presentado problemas cardíacos hasta el 2 de abril de este año, día en que despertó con una sensación de peso en el pecho que jamás olvidará. “Sentí como si me hubiese pisado un elefante”, recuerda.
A pesar de este dolor, Olga siguió con las actividades que tenía programadas y recién tres días después decidió asistir al Centro del Corazón de Clínica Santa María, a una consulta con el Dr. Marlon Ponce, cardiólogo. El diagnóstico del especialista fue certero, había tenido un infarto al miocardio y necesitaba ser intervenida de urgencia.
“Olga consultó tardíamente. Ella tuvo un infarto que no fue tratado de inmediato y eso terminó produciendo una necrosis, es decir, la muerte de una porción de tejido del corazón, que le causó una comunicación interventricular, enfermedad que no tratada en forma rápida, es inviable con la vida. Por esto tuvimos que hacerle una cirugía de urgencia, que consistió en la reparación de la comunicación interventricular y revascularización miocárdica”, comenta el Dr. Sebastián Iturra, cardiocirujano y médico jefe del Programa de Trasplante de Corazón de Clínica Santa María.
Un infarto silencioso puede tener consecuencias fatales, ya que aumenta el riesgo de desarrollar otras patologías cardíacas graves. “Debido a la pandemia hemos visto un incremento en la cantidad de pacientes que consultan de manera tardía, lo que es extremadamente grave”, agrega el especialista.
Tras la intervención del equipo médico, la paciente estuvo una semana en la Clínica, experiencia que a pesar de lo difícil que fue para ella y su familia, recuerda con agradecimiento. “Lo que más alabo de la Clínica son sus profesionales y todo el personal. El Dr. Ponce y el Dr. Iturra son lo máximo. Lo más bonito que tienen es su sencillez y lo acogedores que son. Estaré agradecida por siempre con ellos y todo el equipo médico”, afirma Olga.
“Una cirugía cardíaca es un gran evento para cualquier persona, porque implica diversas emociones para el paciente y su familia. Pero esto puede justificarse, en el sentido de dar más y mejor calidad de vida. Eso es lo que esperamos para la Sra. Olga, que pueda vivir mejor los años que le quedan por delante, y lo está logrando”, comenta el Dr. Iturra.
Olga ya está en su casa, pero todavía no está de alta. Tiene algunas molestias en la cicatriz de su cirugía, pero ha retomado algunas actividades con relativa normalidad. Está a la espera de su próximo control, mientras tanto se cuida de hacer esfuerzo físico, camina 15 minutos diarios y sigue al pie de la letra todas las indicaciones médicas.