Lo que muchas personas llaman “dolor de crecimiento”, es lo que hoy se conoce como dolor óseo recurrente benigno (DORB), y no existe claridad en la directa relación que éste tiene con el crecimiento de los niños.
Se presenta habitualmente en menores de entre 2 y 8 años, sanos y activos, que durante el día juegan sin problemas, y luego en la tarde o en la noche, comienzan con molestias en las extremidades inferiores, de forma intermitente, en uno u otro lado.
En ocasiones, el niño puede despertar por el dolor, pero al practicarle masajes, calor local o administrarle algún analgésico suave, éstos ceden.
No se conoce la causa última que provoca esta dolencia en ellos, “existen teorías que los DORB son músculo-ligamentarios, lo que concordaría con que se producen después de la actividad física, mientras que otra hipótesis plantea que se podría deber a la sobreexigencia de la membrana que envuelve a los huesos llamada periostio”, indica el Dr. Sergio Vial, traumatólogo infantil de Clínica Santa María.
Los padres deben preocuparse cuando los dolores ya no siguen el típico patrón, es decir:
• Ocurren de día.
• Cuando limita la actividad del niño y éste deja de jugar.
• Afecta constantemente el mismo lugar.
• No cede con masajes, calor local, ni analgésicos.
• Existe inflamación, enrojecimiento, cojera, fiebre, pérdida del apetito, debilidad o fatiga.
En estos casos, se sugiere consultar a un traumatólogo infantil, con el fin de descartar otras condiciones que puedan causar estas molestias.
Con la colaboración de: Dr. Sergio Vial, traumatólogo infantil.