Los nódulos en la tiroides son muy comunes y las posibilidades de aparición aumentan con la edad. Se trata de una masa de tejido tiroideo o un quiste lleno de fluido que forma un bulto y su presencia se calcula en aproximadamente un 10% de la población. De esta cifra, son cancerosos en aproximadamente 4% de las mujeres.
Síntomas
La mayoría son asintomáticos y diagnosticados de manera accidental, pero si el nódulo es grande a veces puede causar dolor o disfonía, incluso dificultad para tragar o respirar.
Si el médico advierte la presencia de uno o más nódulos durante un examen físico solicitará pruebas sanguíneas para determinar si la función de la tiroides está normal, disminuida o aumentada.
Una ecotomografía tiroidea confirmará la existencia de una o varias de estas protuberancias, sólidas o quísticas (llenas de fluido), lo que permitirá el control de su crecimiento. Si se sospecha de que son cancerosos, se complementará el estudio con una biopsia con aguja fina, que es un examen que busca detectar células cancerosas. Es simple de efectuar, no doloroso o muy leve, y se puede realizar en forma ambulatoria en la sala de ecotomografía.
Tratamiento
Cuando los nódulos son cancerosos o sospechosos se recomienda la extirpación de la tiroides o tratamiento con radioyodo. Los que no son cancerosos pueden requerir cirugía cuando su tamaño es muy grande. Ésta debe ser efectuada idealmente por un cirujano de cabeza y cuello, especialidad derivada de la Cirugía General de adultos.
La producción de hormonas suele ser independiente de la presencia de estos tumores, pero los que están hiperfuncionando pueden causar hipertiroidismo. Éstos pueden extirparse quirúrgicamente o tratarse con yodo radioactivo. Todo bulto de este tipo que no sea extirpado necesita ser evaluado una vez al año por un médico.
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Si al tocar tu cuello sientes algo extraño o tienes dificultad para tragar o respirar consulta con un especialista.
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Con la colaboración de: Dra. Dina Schachter, médico jefe Centro Médico Endocrinológico de Clínica Santa María.