Para muchos, la época estival es sinónimo de relajo, desconexión y diversión. Sin embargo, aunque no lo creas, en este período del año estás propenso a tantas enfermedades como en invierno.
Existen patologías de tipo estomacal, de la piel y respiratorias que se incrementan durante el verano producto de los cambios de temperatura, deshidratación y exposición prolongada al sol, entre otros factores.
En cuanto a las enfermedades estomacales, con frecuencia se producen intoxicaciones e infecciones debido a la ingesta de productos en mal estado o descompuestos. Las altas temperaturas aumentan la aparición de bacterias, por lo que es muy importante mantener una buena higiene de manos antes de manipular alimentos y de comer.
La faringitis, bronquitis y otitis son muy habituales y se producen principalmente por las drásticas variaciones de temperatura, el uso abusivo de aire acondicionado y de piscinas. El tratamiento de éstas requiere la evaluación de un especialista, ya que en algunos casos implican la utilización de antibióticos y corticoides.
Las picaduras de insecto también se vuelven muy comunes durante el verano. En caso de que la persona no sea alérgica, se pueden manejar con analgésicos y ungu¨entos para la picazón. Si se presenta una reacción es necesario acudir a un servicio de urgencia de inmediato.
La exposición al sol puede provocar efectos negativos inmediatos en la piel. Entre los menos graves está el eritema superficial (enrojecimiento) que termina con la descamación de ésta, mientras que los más preocupantes pueden comprometer funciones vitales, como el equilibrio hidroelectrolítico (nivel de electrolitos en la sangre) y la termorregulación. Para evitar estos efectos es fundamental no exponerse entre las 10 y las 16 horas, además de utilizar la protección adecuada.
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