Un rápido, eficaz y coordinado trabajo del Servicio de Urgencia de Clínica Santa María logró estabilizar a Ramón Berríos, de 62 años, luego de sufrir un infarto al miocardio, y prepararlo para ser sometido a un procedimiento intervencionista de alta complejidad en el pabellón de hemodinamia.
Como cualquier día, el académico de la Universidad San Sebastián se preparaba para dirigirse a su trabajo, cuando de pronto empezó a sentirse mareado y torpe. Bajó las escaleras de su casa, se encontró con su hijo Arturo, de 21 años, y le dijo que en vez de partir juntos a la Universidad, como de costumbre, lo llevara a Clínica Santa María. Le entregó las llaves del auto y perdió la conciencia en el asiento del copiloto.
El equipo del Servicio de Urgencia rápidamente se dio cuenta que el paciente estaba cursando un infarto masivo al miocardio. Una vez reanimado, fue trasladado al Centro de Diagnóstico y Terapia Endovascular, donde le realizarían un procedimiento de alta complejidad.
“Lo que hicimos fue una angioplastía primaria al tronco coronario izquierdo (arteria principal del corazón), que estaba ocluida, logrando permeabilizar el vaso. Luego, el paciente fue sometido a un sistema de soporte de asistencia circulatoria”, explica el Dr. Pablo Pedreros, cardiólogo de Clínica Santa María.
Ramón tuvo una rápida y positiva evolución en la Unidad del Paciente Crítico Cardiovascular. “Después de una semana internado, me fui a mi casa con las indicaciones necesarias. Al mes volví a trabajar, y hoy puedo hacer todo lo que hacía antes, llevo una vida total y completamente normal”, destaca.
Además, hace énfasis en la dedicación, preocupación y calidad humana de todo el personal de la Institución que lo atendió: médicos, enfermeras, técnicos en enfermería, kinesiólogos, etc. “Me hicieron sentir tranquilo y acompañado. Es un equipo que actúa de forma excelente, todos sincronizados. Realmente la Clínica es como un reloj que funciona perfectamente”.
Según el Dr. Pedreros, la única forma de evitar un infarto es controlando los factores de riesgo que pueden ser modificables, como el cigarrillo, sobrepeso, sedentarismo o malos hábitos de alimentación; y los no modificables que son la diabetes, la hipertensión, entre otros.
“En este momento, existe la tecnología para saber si una persona tiene una enfermedad coronaria incipiente y de esta manera evitar llegar a una situación como la que tuvo Ramón”, destaca el especialista. Es por esto, que los expertos recomiendan que los mayores de 35 años se controlen periódicamente con un cardiólogo, especialmente aquellos con antecedente familiar de esta patología.
El Centro del Corazón de Clínica Santa María tiene la capacidad para resolver cuadros de alta complejidad. Tiene los recursos para manejar y asistir de forma adecuada a pacientes críticos. Además, cuenta con sistemas de asistencia ventricular necesarios para mantener a los pacientes con las condiciones vitales adecuadas para enfrentar los distintos procedimientos que efectúa.