A minutos de haber nacido, a Karen le informaron que su hijo tenía un problema cardíaco grave y que debía ser trasladado a un centro de alta complejidad para ser intervenido de urgencia. El equipo de cardiólogos infantiles de El Centro del Corazón de Clínica Santa María lo recibió y, tras una serie de intervenciones, logró salvarle la vida.
Karen Abodovsky esperaba a su primer hijo junto a Ariel Reizin, su marido. Su embarazo fue normal y sano, sin embargo, el día en que Rafael nació, se enteraron de que tenía una cardiopatía congénita grave, llamada transposición
de las grandes arterias.
El recién nacido se encontraba en riesgo vital y debió ser trasladado de inmediato a Clínica Santa María para ser intervenido, porque además tenía falta de oxígeno en la sangre. Los especialistas
de la Unidad Cardiovascular Pediátrica (UCVP) le realizaron un ecocardiograma que confirmó el diagnóstico y que arrojó además una hipoplasia, es decir, la mitad derecha de su corazón era más pequeña
de lo normal.
Este diagnóstico sumó mayor complejidad a su condición. Al salir de la primera intervención, liderada por el Dr. Stephan Haecker, cirujano cardiovascular pediátrico,
Rafael seguía con falta de oxígeno en la sangre. “Luego realizamos una segunda cirugía, en la que buscábamos darle mayor flujo a sus pulmones, pero esto no fue posible. Entonces, en conjunto con su familia, tomamos
la decisión de conectarlo a un soporte exterior, llamado ECMO (circulación extracorpórea) que le entregaba fuerza a su corazón”, explica el Dr. Luis Cárdenas, cardiólogo infantil de El Centro del Corazóny
médico tratante de Rafael.
Ese fue un momento muy crítico tanto para el equipo como para la familia del pequeño. “Un paciente que se conecta a ECMO está muy grave y tiene un riesgo muy alto de mortalidad. El panorama era bien complejo”,
agrega el especialista.
Para Karen y toda la familia de Rafael fue una época muy difícil, que jamás imaginaron vivir. “Mi guagua entraba a pabellón, yo le daba un besito, pero no sabía si iba a volver a verlo con vida. Eso
fue así muchas veces, siempre era el más grave de la Unidad. Es un dolor inexplicable”, cuenta Karen.
Afortunadamente la decisión fue la correcta, con la máquina extracorpórea su corazón comenzó a funcionar mejor y al poco tiempo el pequeño pudo salir de ECMO, para ser intervenido por tercera vez. “Logramos
que Rafael se estabilizara y le quitamos la insuficiencia cardíaca. Paso a paso fue mejorando notablemente”, explica el Dr. Cárdenas.
Tras tres meses hospitalizado, Rafael pudo irse a casa junto a sus padres. “Aunque la Unidad Cardiovascular Pediátrica parece el peor lugar del mundo, porque está lleno de guagüitas con problemas al corazón,
es como si eligieran con pinzas a quienes trabajan ahí. Todos son comprensivos, amorosos, empáticos, te abrazan cuando lo necesitas, te alientan, se transforman en tu familia”, recuerda Karen.
Hoy, Rafael está a punto de cumplir 4 años y es un niño muy sano. “Está de alta, sin medicamentos y puede hacer una vida completamente normal. Es un cardiópata reparado, eso para mí y para todos
es un milagro. Y este milagrito es gracias a los doctores de Clínica Santa María. Si Rafita está hoy con nosotros, es gracias a ellos”, finaliza Karen.