Daniza Vargas (50 años) es casada, madre de tres hijos, abuela y dueña de una tranquila vida en Los Andes. Sin embargo, en febrero de este año todo cambió, luego de que sus exámenes de rutina evidenciaran problemas hepáticos. Una inesperada situación que -en pocos meses- la convirtió en candidata a un trasplante de órgano.
Nunca tuvo síntomas. Así recuerda Daniza Vargas el comienzo de una hepatitis autoinmune. La primera voz de alerta fue un examen de sangre que mostró muy alteradas las pruebas hepáticas. Con el resultado, la indicación fue clara, tenía que ser evaluada a la brevedad por un hepatólogo. “Pensé que no era grave, nunca había escuchado de este tipo de enfermedad”, cuenta Daniza.
Por esta razón, decidió regresar a Los Andes, cumplir con la estricta dieta que le indicaron y retomar los exámenes más adelante. Después de todo –pensaba ella– no tenía síntomas de los que preocuparse. Y así fue hasta abril. Cuando se duchaba notó que su piel estaba muy amarilla y progresivamente comenzó a sentirse más cansada. Una noche de mayo despertó con taquicardia. “Me asusté mucho, el corazón me latía muy fuerte. Le pedí a marido que fuéramos a un Servicio de Urgencia y él, sin pensarlo dos veces, me llevó a Clínica Santa María donde llegué prácticamente sin conciencia”, recuerda.
Luego de ser estabilizada por el equipo médico, Daniza fue evaluada por el Dr. Javier Chapochnick, médico jefe Programa de Trasplante de Páncreas e Hígado. El especialista le explicó que su cerebro había colapsado por culpa del mal funcionamiento de su hígado.
Tras este episodio estuvo un mes hospitalizada. Su hígado estaba muy dañado y era sólo cosa de tiempo para que otros órganos comenzaran a deteriorarse. El trasplante era la única alternativa. Daniza fue ingresada a la lista nacional de espera y fue dada de alta para seguir sus cuidados en casa a la espera de un donante. “Conozco la realidad de la donación en Chile, cuando me dijeron que necesitaba un órgano de inmediato pensé en la muerte”, confiesa.
Semanas después volvió a descompensarse. Ese mismo día le informaron que había un posible donante compatible en Talca. “Cuando recibí la noticia me volvieron las ganas de vivir. Tengo 50 años y de verdad quiero vivir otros 30 más”, afirma Daniza.
El 22 de junio se realizó el trasplante en una compleja cirugía que duró aproximadamente cuatro horas y media. “Cuando ingresé a pabellón perdí el miedo. Sentí a todo el equipo muy confiado, con buenas energías y mentalizado en que todo iba a salir bien”, dice. En efecto, el procedimiento fue exitoso y dos semanas después Daniza fue dada de alta. A más de un mes del trasplante los resultados han superado las expectativas. “Estoy viviendo mi vuelta a la vida y estoy muy agradecida. Ahora, mi familia y yo también somos donantes. Esta es una gran lección de la que todos deberíamos tomar conciencia”, finaliza.
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Dr. Javier Chapochnick
Médico jefe Programa de Trasplante de Hígado y Páncreas de Clínica Santa María.
Las funciones que el hígado cumple en el organismo son múltiples y vitales. Almacena energía, elimina toxinas y produce sustancias fundamentales para el día a día. Cuando este órgano presenta daño severo, el mismo cuerpo es el que comienza a pedir con urgencia su reemplazo, siendo el trasplante hepático la única alternativa.
Con el trasplante, que es una cirugía de altísima complejidad, se busca reemplazar el órgano enfermo por uno sano. Este tipo de trasplante depende de la generosidad de una familia que decide donar los órganos de un pariente con muerte cerebral. Sin ir más lejos, en nuestro país actualmente hay aproximadamente 120 personas a la espera de este acto de solidaridad.
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Daniza Vargas es un claro ejemplo de ello. Se trata de una mujer joven cuya calidad de vida empeoró de forma considerable y en muy poco tiempo, presentando ictericia, problemas nutricionales y un deterioro general muy severo. En ese marco, y con un hígado completamente dañado, el trasplante era su única opción de vida, además de un gran desafío médico porque se trataba del primer trasplante de este tipo en Clínica Santa María.
“Esta intervención fue un gran hito y es resultado del arduo trabajo de todo el equipo médico, tanto de los que participan en la cirugía como también de quienes acompañan al paciente en su cuidado posterior. No cabe duda de que contamos con un equipo multidisciplinario sincronizado y altamente preparado”, dice el Dr. Javier Chapochnick.
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