Tras 70 días hospitalizado en Clínica Santa María producto de una falla cardíaca terminal, el 14 de mayo recién pasado y en medio de la pandemia, Pedro Guerrero recibió un corazón compatible que le salvó la vida.
En 2008, luego de un chequeo general, el resultado de un ecocardiograma reveló que Pedro, de 63 años y padre de cinco hijos, tenía insuficiencia cardíaca y que, en un futuro no muy lejano, necesitaría un nuevo corazón para seguir viviendo. No fue hasta marzo de este año, tras sufrir una descompensación, que su corazón dio señales de que ya no estaba resistiendo.
“El 3 de marzo en la noche me hospitalizaron en la Clínica por una inflamación del miocardio. Cuando llegó mi médico tratante, me dijo: Pedro tú no sales de aquí si no estás trasplantando'', comenta el paciente.
Producto de la pandemia, la espera de los pacientes que necesitan un órgano ha crecido en un alto porcentaje. Sumado a esto, el tratamiento para estabilizar a Pedro no fue suficiente, por lo que su equipo médico, liderado por el Dr. Jongsung Lim, cardiólogo de Clínica Santa María, decidió utilizar asistencia ventricular, siendo el único método para prolongar su vida por 30 días, a la espera del órgano compatible.
“La asistencia ventricular es una máquina que asiste artificialmente al corazón para poder llegar en mejores condiciones para el trasplante. Al instalarla, el paciente inmediatamente, queda con un estatus 1A, que es de máxima emergencia para poder tener prioridad nacional de corazón”, explica el Dr. Sebastián Iturra, cardiocirujano y médico jefe del Programa de Trasplante de Corazón de Clínica Santa María, quien estuvo a cargo de la cirugía.
Al día 23 de estar conectado a esta máquina, la anhelada noticia llegó. “El viernes 14 de mayo, en la madrugada, recibimos el llamado anunciando que había un potencial donante en un hospital fuera de Santiago. Con eso se activó toda la logística previa a un trasplante, que consiste en viajar a ver si el órgano es compatible", comenta el Dr. Iturra.
Un factor determinante en los trasplantes de órganos tiene relación con el tiempo, por lo que el traslado se realizó en helicóptero y aproximadamente en una hora, el equipo médico estaba en la Clínica con el corazón para el paciente. “Cuando me trasladaban al pabellón, fue cuando empecé a sentir todas las emociones y me cayeron lágrimas. No era capaz de dimensionar el amor que pueda tener una persona y su familia, en donarme algo de vida, un pedacito de sí mismo, para que yo pudiera seguir viviendo”, señaló Pedro a una semana de haber recibido su nuevo corazón.
Hoy se encuentra en muy buenas condiciones, respondiendo los mensajes de apoyo que llegan a su celular y a pocos días de reencontrarse con toda su familia: sus cinco hijos, sus nietos y su esposa. “Quiero agradecer a la Clínica porque me dio la oportunidad de haber compartido con una gran cantidad de profesionales, que realmente trabajan en equipo y que se arriesgaron por mí. Hubo noches en que me tomaban la mano y me alentaban, eso nunca lo olvidaré. Siempre seré el hombre más agradecido, porque me dieron la oportunidad de vivir”, finaliza.