El 23 de marzo es una fecha que Mirsa Ríos, de 37 años, difícilmente podrá olvidar. Ese día fue sometida a un trasplante de pulmón, cuando solo había pasado un mes desde que nació su segunda hija. Este hecho determinante hoy la tiene con vida y le permite disfrutar a la pequeña Emilia.
A las 23 semanas de embarazo, Mirsa Ríos se enteró de que tenía el cuello del útero corto y debía hacer reposo absoluto. Diez semanas después comenzó a sentirse más cansada de lo habitual, pero pensó que era parte del embarazo.
Precisamente, cuando estaba en control con su ginecólogo, empezó a toser sin parar y a ahogarse. De inmediato le realizaron un escáner de tórax, examen tras el cual le diagnosticaron fibrosis pulmonar, por lo que fue sometida a una cesárea de emergencia, ya que el embarazo complicaba aún más su estado de salud y también ponía en peligro la vida de su hija.
Mirsa estuvo internada un mes en una Unidad de Cuidados Intensivos. Durante este período recibió tratamiento con antibióticos, corticoides e inmunosupresores. Ninguno dio resultado y el diagnóstico era poco preciso, sin embargo, el siguiente paso estaba claro: Debía ser trasladada a un centro de alta complejidad, ya que necesitaba un trasplante de pulmón para seguir viviendo.
En ese contexto, el 12 de marzo fue internada en Clínica Santa María, donde le diagnosticaron enfermedad pulmonar intersticial difusa, un trastorno progresivo con pronóstico poco alentador. Fueron días de mucha angustia al estar separada de su hija prematura y de gran incertidumbre a la espera de un donante compatible.
Sin embargo, el proceso fue menos duro gracias a la preocupación que sintió en todo momento. “Desde que llegué a la Clínica hubo mucha disposición y amabilidad. Los doctores gestionaron todo para que fuera prioridad nacional de trasplante. Siempre fueron muy claros conmigo respecto de los escenarios que enfrentaba, me encontré con personas muy humanas, que van más allá de su trabajo. El equipo médico es fantástico”, afirma Mirsa.
Afortunadamente, la espera duró menos tiempo del que pensaba. El 23 de marzo recibió la anhelada noticia y se realizó el trasplante. “La noche anterior sentí que ya no tenía fuerzas, ni siquiera podía hablar”, recuerda. “Hay sentimientos encontrados porque me quería recuperar, pero al otro lado también hay personas que sufren porque pierden a un ser querido. La experiencia médica y la generosidad de una familia me salvó la vida”, finaliza.
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Dr. Mauricio Fica,
Cirujano de tórax de Clínica Santa María.
Existen diversos trastornos respiratorios que comprometen de forma severa la función pulmonar y, para varios de ellos, el trasplante de pulmón resulta ser la única opción de tratamiento. Mientras eso no ocurra, los pacientes -además de ver limitadas sus actividades diarias- se vuelven oxígeno dependientes y pueden incluso tener un desenlace fatal.
Enfermedades respiratorias avanzadas, como enfisema pulmonar, fibrosis quística y fibrosis pulmonar idiopática, son algunas de las que con mayor frecuencia necesitan de un trasplante de pulmón, como en el caso de Mirsa Ríos, cuyo estado de salud se agravó considerablemente producto del embarazo.
“Anualmente se realizan alrededor de 20 trasplantes de pulmón en Chile. Sin embargo, la lista de espera es bastante abultada y la velocidad de los procedimientos depende de la donación que, en general, es muy lenta”, afirma el Dr. Mauricio Fica.
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El trasplante de pulmón consiste en cambiar uno o ambos pulmones, utilizando los órganos de un donante compatible, con el fin de restaurar la función normal del sistema respiratorio. El 85% de los pacientes que se someten a esta intervención pueden recuperar su vida familiar y laboral sin mayores problemas.
En agosto de 2013 se realizó el primer trasplante de pulmón en Clínica Santa María, una vez que se puso en marcha el Programa de Trasplante Pulmonar, integrado por un equipo médico multidisciplinario. A la fecha se han llevado a cabo 16 trasplantes de manera exitosa, con un 95% de independencia permanente de oxígeno.
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