A mediados de 2020, en plena pandemia, Vicente Núñez fue trasladado desde un hospital a Clínica Santa María por una falla hepática fulminante. En menos de 24 horas, apareció un donante compatible que le permitió al equipo del Centro de Trasplante realizar el procedimiento que le salvó la vida.
En agosto del año pasado, al igual que el resto de sus compañeros de la Universidad de Santiago, Vicente (20) se encontraba estudiando Ingeniería Informática desde su casa, en la comuna de La Pintana, cuando inesperadamente se enfrentó a una difícil situación. De forma repentina comenzó con dolores en la espalda y estómago, y días después su piel se volvió de color amarillo, por lo que sus padres decidieron llevarlo al hospital más cercano.
Una vez allí, descartaron que fuera hepatitis y comenzó un tratamiento con medicamentos que no provocó ninguna mejoría, por el contrario, se sentía muy débil y asustado. Al cabo de unos días decidieron hospitalizarlo.
“Vicente llegó a Clínica Santa María inconsciente y trasladado desde otra institución con el diagnóstico de una falla hepática fulminante en condición de extrema gravedad. Fue evidente para nosotros que era necesario enlistarlo como urgencia nacional para trasplante hepático”, comenta el Dr. Javier Chapochnick, médico jefe del Programa de Trasplante de Órganos Abdominales del Centro de Trasplante y Enfermedades Crónicas Santa María, quien estuvo a cargo de la cirugía del estudiante.
A pesar de la pandemia y de todas las limitaciones que eso implicaba, en pocas horas apareció un donante de hígado, por lo que el equipo de trasplantes de la Clínica pudo extraer el órgano rápidamente, para ingresar a Vicente a pabellón.
“El doctor me dijo que era un milagro, porque yo lo necesitaba con mucha urgencia y en menos de 24 horas, apareció un donante”, cuenta. En efecto, a 48 horas de haber sido trasladado a la Clínica, Vicente ya estaba trasplantado y su estado de salud evolucionaba de manera satisfactoria. “Después de la operación, estuve 15 días hospitalizado y me sentí súper cómodo durante todo el proceso. Todas las personas al interior de la Clínica, se portaron muy bien conmigo”, agrega.
Hoy, a siete meses de haber sido trasplantado, desde el living de su casa y cursando su segundo año en la universidad, Vicente reflexiona en torno a la donación de órganos. “El término de una vida puede ayudar a extender otra, eso es súper importante. No esperemos que le pase a un cercano para ser conscientes de la importancia de la donación de órganos”, comenta.
El Dr. Chapochnick o el “Dr. Chapo”, como lo llama Vicente, también refuerza esta idea. “Estemos o no en pandemia, la donación y los centros de trasplante debemos seguir adelante. Casos como el de Vicente y la familia de quien donó, nos hacen recordar que estos pacientes no pueden esperar”, finaliza.