Este síndrome clínico se produce cuando el cuerpo no tiene la capacidad de enfriarse, luego de alcanzar temperaturas sobre los 40°C.
Se caracteriza por alterar el estado de conciencia que puede ir desde la confusión hasta el coma, piel seca y rojiza, náuseas, taquicardia y falta de aire.
El ser humano dispone de sistemas de control que en condiciones internas y externas normales, mantienen al cuerpo entre 36,5 a 37°C.
“Por esto, somos capaces de lidiar con climas calurosos, a través de mecanismos como, la convección, conducción y evaporación. Esta última, mediante el sudor le permite al cuerpo eliminar calor al medio ambiente, aún cuando aquella temperatura sea superior a la del organismo”, comenta el Dr. Tomás Regueira, médico jefe de la Unidad de Paciente Crítico Adultos de Clínica Santa María.
Sin embargo, el proceso de enfriamiento por evaporación, el único que no requiere de una conducta activa como, sumergirse en agua fría o adherirse a una superficie de menor temperatura, tiene un límite de efectividad. Además, necesita que el cuerpo reponga el agua y las sales perdidas.
“Esta situación, que normalmente ocurre cuando hay sobre 40°C, varía según factores de riesgo como, la humedad ambiental, actividad deportiva, el estado de hidratación, uso de alcohol y la exposición rápida a calor muy extremo”, explica el Dr. Regueira.
Existen personas con mayor riesgo de tener complicaciones de este tipo, como los adultos mayores, niños e infantes, trabajadores agrícolas y las personas con enfermedades crónicas, es decir, obesidad, cardiovasculares y pulmonares, entre otras.
Los golpes de calor son una emergencia médica, ya que cuando el cuerpo se acerca o supera los 42°C se produce daño celular, cese en la producción de energía interna y pérdida de función de estructuras y enzimas proteicas. Esto se traduce en un riesgo de falla multiorgánica irreversible, que pueden causar secuelas y la muerte.
El tratamiento consiste en enfriar al paciente por mecanismos de convección y conducción, lo que puede significar sumergirlo prontamente en agua fría y hielo.
La acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera han aumentado la temperatura de la tierra en forma progresiva, asociándose a olas de calor. Por eso, este verano, el país tendrá temperaturas superiores a los 40°C.
Es esencial mantenerse hidratado, optar por la sombra, y evitar la actividad física intensa cuando las temperaturas sobrepasen los 38° C.
Con la colaboración del Dr. Tomás Regueira, jefe de la Unidad de Paciente Crítico Adultos de Clínica Santa María.