Desde julio, la circulación de este agente infeccioso ha aumentado de forma considerable, afectando en mayor medida a los niños menores de dos años. Por eso, es importante conocer en qué consiste esta enfermedad, cómo detectarla y prevenirla.
Es habitual que en esta época del año se incrementen los contagios por virus respiratorios, también conocidos como virus estacionales. Si bien, el año 2020 disminuyeron su propagación debido a las medidas preventivas que se tomaron para controlar el COVID-19, en este momento la situación es diferente.
Según el último Informe de Circulación de Virus Respiratorios, elaborado por el Instituto de Salud Pública, en lo que va de este año casi se han cuadruplicado los casos de virus sincicial.
“Se trata de una infección viral que se transmite por contacto estrecho, persona a persona, principalmente por los aerosoles que son generados al hablar, estornudar o toser”, explica el Dr. Jaime Lozano, broncopulmonar infantil y médico jefe del Servicio de Pediatría de Clínica Santa María.
Puede afectar a cualquier individuo, pero de manera diferente según la edad y presencia o no de comorbilidades. “Habitualmente, es un adulto o un niño de edad más avanzada que parece estar cursando un 'simple resfrío' quienes contagian al más pequeño de la familia, el cual siempre desarrollará una infección más sintomática y tendrá mayor riesgo de agravarse”, dice el especialista.
Respecto a su forma de presentación, por lo general es leve en niños mayores y adultos sanos sin enfermedades de base, en los que el cuadro clínico se caracteriza por secreción nasal serosa (moco cristalino), dolor de garganta leve, poca tos y, regularmente, sin fiebre.
“La ausencia de fiebre puede confundir a las personas y dar una interpretación inadecuada de los síntomas, atribuyéndose a un cuadro de tipo alérgico y no infeccioso. El no reconocerlo como un cuadro infeccioso, impide el aislamiento oportuno del paciente, quien va contagiando a los otros integrantes del grupo familiar”, comenta el Dr. Lozano.
Se consideran grupos de riesgo:
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Niños menores de un año
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Niños prematuros, especialmente menores de 3 meses
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Niños con cardiopatías congénitas o enfermedades pulmonares crónicas
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Adultos mayores
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Pacientes con enfermedades crónicas.
En ellos, las infecciones pueden ser graves y prolongadas, debido al desarrollo de insuficiencia respiratoria por compromiso bronquial y pulmonar severo.
En recién nacidos y lactantes pequeños, las manifestaciones de la infección por VRS pueden ser irritabilidad, disminución de la actividad, pausas al respirar, apneas, cambio de coloración de la piel (cianosis o palidez) o respiración quejumbrosa.
Es importante reconocer oportunamente los síntomas de gravedad:
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Respiración rápida: Más de 60 por minuto en lactantes.
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Retracción: Hundimiento de la piel entre las costillas o debajo del tórax.
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Tiraje: Hundimiento de la parte superior del tórax.
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Aleteo nasal: Apertura exagerada de los orificios nasales al respirar.
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Quejido respiratorio permanente.
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Compromiso de conciencia, somnolencia o agitación.
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Palidez o color azulado en la zona alrededor de los labios.
Si tu hijo o hija presenta alguno de estos signos debes consultar a un especialista.
En Clínica Santa María contamos con un nuevo servicio remoto de emergencias que atiende las 24 horas del día: Telemedicina de Urgencia Pediátrica.
Con la colaboración del Dr. Jaime Lozano, broncopulmonar infantil y médico jefe del Servicio de Pediatría de Clínica Santa María.