Benjamín Bravo tiene 19 años y fue diagnosticado con esta patología a los 2. Desde entonces, ha realizado su tratamiento en Clínica Santa María, donde asegura encontró un equipo médico acogedor, que le entrega los mejores cuidados y una atención muy cercana.
Cuando la madre de Benjamín se dio cuenta de que su hijo siempre tenía sed e iba muy seguido al baño, sospechó que algo no estaba bien y decidió acudir a Clínica Santa María para que lo evaluaran.
Tenía un desorden metabólico que ocurre cuando el organismo no es capaz de producir la insulina que se necesita para que la glucosa pueda entrar en las células del cuerpo como fuente de energía, acumulándose en la sangre y elevando su nivel de azúcar. Así, con solo 2 años, fue diagnosticado con diabetes tipo 1.
“Fue como un cataclismo en mi familia. Tengo recuerdos de niño, de cuando mi mamá me inyectaba y yo lloraba mucho. A veces, llorábamos juntos. Pero fui creciendo y la diabetes pasó a ser parte de mi y fui desarrollando mayor independencia, controlando las dosis, mi comida, etc.”, comenta Benjamín.
En ese proceso, el estudiante de periodismo, afirma que el rol que jugó la Clínica y su médico de cabecera, el Dr. Ricardo Silva, pediatra y diabetólogo infantil, fue una guía fundamental para que pudiera desarrollar la confianza y técnicas necesarias para ser una persona independiente respecto a su enfermedad.
“Generamos un vínculo muy estrecho con el doctor, nos queremos mucho. Siempre ha tenido un trato muy cercano conmigo. Más que un doctor, con el tiempo logré ver un amigo en él”, afirma.
A los 14 años, Benjamín ya cumplía con los requisitos para ser beneficiario de una bomba de insulina por la Ley Ricarte Soto. La Clínica fue parte esencial de este proceso, lugar donde pudo asistir a charlas educativas y ser orientado por un equipo médico. “Ahí conocí a las enfermeras del Servicio de Endocrinología, quienes estaban a cargo de mi adaptación a la bomba. Estoy muy agradecido de ellas, siempre fueron muy cálidas y acogedoras”, recuerda.
Benjamín lleva tres años con la bomba y se siente muy conforme: “Desde que la tengo, mi diabetes ha estado muy bien controlada. Fue un cambio en 180 grados porque uno ya no está relacionando el día a día con las inyecciones”, relata.
Otro hito importante en su enfermedad es el que está viviendo durante estos días, que se relaciona a la transición de ser paciente pediátrico a adulto. Hace dos meses la Dra. Ana Claudia Villarroel, endocrinóloga, pasó a ser la médico tratante de Benjamín, tras 17 años con el Dr. Silva. “Recomiendo totalmente la Clínica, conozco muy de cerca lo que es vivir con una enfermedad crónica y el acompañamiento que aquí te entregan es fundamental”, finaliza.