La ingesta excesiva de agua, también conocida como “Potomanía”, la padecen principalmente personas que sufren alguna enfermedad psiquiátrica y se relaciona con actos compulsivos. Los “potómanos” no tienen una patología anatómica o fisiológicamente reconocible.
El deseo de beber líquido reiteradamente, puede significar la ingesta de 10 a 15 litros de agua diarios, sin la necesidad de tener sed. Ocasionalmente, se puede agravar por la sensación que producen algunos fármacos usados en psiquiatría, que resecan la cavidad bucal aumentando la necesidad de ingerir agua.
Esta condición debe ser manejada por el psiquiatra, pero cuando la ingesta exagerada de agua produce trastornos fisiológicos y síntomas se debe solicitar la ayuda de un nefrólogo.
¿Cuál es la importancia del agua?
El organismo está compuesto por un 60% de agua que debe mantenerse en niveles constantes. Su importancia radica en que actúa como medio de transporte de nutrientes intra y extracelulares, permite el traslado de elementos figurados de la sangre (glóbulos rojos y blancos), regula la temperatura corporal, mantiene a los órganos en su ubicación y es el medio en el cual se realizan las reacciones químicas del organismo, permitiendo el buen funcionamiento celular.
Para que el organismo funcione correctamente, la cantidad y distribución del agua corporal debe ser la correcta.
Cuando una persona ingiere mucha agua y el riñón no es capaz de eliminar el exceso - porque la ingesta es masiva (10 a 15 litros diarios) o bien porque el riñón presenta algún deterioro – el agua tiende a diluir los electrolitos del plasma, especialmente el sodio, y a redistribuirse en los diferentes órganos. La célula cerebral es especialmente sensible a la incorporación de líquido, cuando esto ocurre la célula aumenta de volumen (se edematisa), presenta un mal funcionamiento y se puede dañar en forma permanente. Esto se traduce en síntomas neurológicos que van desde un estado confusional hasta un compromiso de conciencia mayor como es el estado de coma y eventual muerte.
Cuando existe insuficiencia renal y se ingiere más agua que la acostumbrada, las alteraciones descritas anteriormente pueden ocurrir en forma precoz e incluso con una ingesta menor de líquido, debido a que el riñón enfermo no es capaz de eliminar el exceso de agua.
¿Cómo se regula el agua en el cuerpo?
La sed, el riñón y la hormona antidiurética (HAD) son los encargados de regular el déficit o exceso de agua del organismo.
Cuando el cuerpo pierde agua o no la recibe, los electrolitos se concentran, gatillándose tanto la sed como la hormona antidiurética, lo que insita a la persona a tomar agua. La HAD actúa en el riñón impidiendo la pérdida de líquido, y al contrario, cuando existe un aumento del agua corporal y los electrolitos se diluyen, disminuye la sed y la ingesta de líquidos, y la HAD es inhibida, permitiendo la eliminación del exceso de agua a través del riñón.
¿Cómo saber si mi organismo necesita más agua?
La sed es el regulador de la ingesta de líquidos.
Cada individuo tiene distintas necesidades de agua en su cuerpo.
Por ejemplo, los deportistas toman más agua, ya que la eliminan con mayor rapidez mediante la transpiración y respiración. Lo normal es perder 500 ml en el día y con la actividad física se puede aumentar a 2000 ml. El clima también es un factor que afecta la cantidad de líquido corporal y sus requerimientos. El calor y la menor humedad ambiental favorecen la pérdida de líquido a través de la piel produciendo sed.
Otro ejemplo es cuando una persona se alimenta de comidas muy saladas, su sodio tiende a concentrarse en el plasma, le dará sed y va a tener una mayor necesidad de ingerir agua. Asimismo, los pacientes que tienen vómitos o diarreas, también consumen más líquidos porque los han perdido por el tubo digestivo.
Con la colaboración del Dr. Sergio Hidalgo, nefrólogo de Clínica Santa María.