Se define como fiebre cuando el cuerpo tiene una temperatura igual o mayor a 38° C axilar. Muchas veces, es causada por la interacción del niño con un microorganismo y aunque generalmente no implica una enfermedad grave, siempre es necesario averiguar qué la está provocando. Sigue estas indicaciones en caso de que tu hijo la presente.
La fiebre es un aumento de la temperatura corporal que ocurre cuando se activan las defensas contra una infección, por lo que lo importante no es siempre reducirla, sino averiguar por qué se produce. En los niños aparece con frecuencia por enfermedades leves como infecciones de las vías respiratorias (resfriados, gripe, faringitis) o del aparato digestivo (gastroenteritis, deshidratación).
¿Qué termómetro elegir?
El más exacto es el de mercurio, aunque puede quebrarse. Por eso, el termómetro digital es más seguro. El lugar de mayor precisión para utilizarlo es el recto, pero la axila o la boca resultan menos incómodas para el niño.
¿Cuándo hay que preocuparse?
- Al presentarse los siguientes síntomas, que alertan de una enfermedad de cuidado:
- Decaimiento intenso.
- Rechazo alimentario.
- Falta de interés por jugar.
- Vómitos frecuentes que no se relacionan con la ingesta de alimentos o tos.
- Llanto persistente.
- Dificultad para respirar.
- Respiración rápida y/o quejido.
2. Si tu hijo es menor de tres meses.
3. Presencia de fiebre igual o sobre 40° C, a cualquier edad.
4. Si el niño tiene fiebre por más de 48 horas sin síntomas asociados (diarrea, congestión nasal)
5. En caso de convulsiones con cualquier temperatura.
Para bajar la fiebre, es recomendable usar antipiréticos y el más seguro para combatir la fiebre es el paracetamol. Consulta con un pediatra cuándo usarlo y la dosis adecuada para tu hijo.
Con la colaboración de: Dra. Cecilia González, pediatra e infectóloga infantil de Clínica Santa María.