Esta patología crónica afecta a hombres y mujeres de todas las edades, aunque se manifiesta frecuentemente entre los 20 y 30 años. Se caracteriza por la inflamación de distintos segmentos del intestino y región perianal. Sus principales síntomas son dolor abdominal o perianal, diarrea con o sin sangre y disminución de peso.
El mal de Crohn es una enfermedad inflamatoria del intestino de causa multifactorial, donde destacan factores inmunológicos, genéticos, alimentarios e incluso infecciosos.
“La mayoría de las veces esta patología, desde el punto de vista endoscópico, se presenta con compromiso inflamatorio como úlceras de profundidad variable, aftas y erosiones, además de estenosis, es decir, se observa estrechez de alguna zona del intestino o fístulas, que se refiere a comunicaciones anormales entre el intestino y otros órganos”, explica la Dra. Jocelyn Slimming, gastroenterólogo de Clínica Santa María.
La enfermedad de Crohn no se puede prevenir, por eso es fundamental realizar el diagnóstico oportunamente. El examen más frecuente para su detección es la colonoscopía con biopsias o la resonancia nuclear magnética perianal.
En cuanto al tratamiento, “dependerá de la severidad de la presentación clínica y de las lesiones, ubicación de la inflamación, extensión de la lesión y si existen otros órganos comprometidos. Generalmente, dependiendo de la etapa de la enfermedad se utilizan algunos medicamentos como corticoides o terapia biológica para inactivar la inflamación o inmunosupresores, así también se puede realizar terapia biológica para mantener al paciente inactivo (sin inflamación), lo que ayuda a estabilizar a la persona y así mejorar sus síntomas y prevenir el riesgo de complicaciones”, asegura la especialista.
Con la colaboración de: Dra. Jocelyn Slimming, gastroenterólogo.
