La Geriatría es una rama de la medicina que tiene que ver con la salud del Adulto Mayor y con todas las patologías propias del envejecimiento; ésta busca mantener y conservar la autonomía en las personas de la tercera edad y atacar aquellas enfermedades que les quitan independencia.
El adulto mayor está expuesto a una serie de enfermedades propias de esta etapa de la vida, que no son transmisibles (hipertensión, diabetes, colesterol elevado, sedentarismo, etc.) y que van de la mano de la obesidad, que pueden provocar, por ejemplo: artrosis.
La tarea fundamental del área de Geriatría en Clínica Santa María es mantener la funcionalidad del paciente y así generar las conductas, hábitos y estilos de vida donde el ejercicio y la buena nutrición son pilares para que el adulto siga funcionando física, mental y socialmente.
¿Qué es la tercera edad?
La tercera edad es una etapa evolutiva del ser humano que tiene varias dimensiones. Es un fenómeno biológico porque afecta la salud física y mental, tiene una parte sociológica y económica porque se ha alargado las posibilidades de vida y se debe mantener a esas personas. Y es también un fenómeno psicológico, ya que se producen cambios en el funcionamiento cognitivo y emocional.
Preparémonos para envejecer
- Cuidar la alimentación, no abusar del tabaco ni el alcohol. Esto contribuirá a una buena salud.
- Asistir a controles médicos y seguir los tratamientos.
- Realizar algún tipo de actividad física.
- Estimular las funciones intelectuales, mantener la lectura y la escritura, hacer ejercicios para la memoria.
- Prevenir accidentes en el hogar y de tránsito.
- Dar y recibir afecto, mantener redes sociales.
- Reforzar el autoestima para prevenir la depresión.
- Estimular la autonomía y tratar de ser autovalentes.
- Solicitar ayuda en caso de maltrato familiar o institucional.
- Ahorrar desde la juventud, prever la jubilación.
- Promover el desarrollo espiritual.
A medida que vamos envejeciendo, nuestro organismo comienza a experimentar cambios físicos y psicológicos que dificultan nuestro diario vivir. Para combatir esto, es imprescindible incluir la actividad física en la rutina diaria.
El concepto de adulto mayor encierra las ideas de sabiduría, experiencia y respeto, pero muchas veces, representa una imagen de soledad, incapacidad, o estorbo producto del deterioro anímico, físico y/o mental de la persona.
La ancianidad conlleva tres tipos de cambios importantes:
- Fisiológicos: problemas digestivos, nutricionales y de memoria; deterioro de la musculatura y pérdida de elasticidad en las articulaciones, lo que conlleva dificultades de movilidad y trastornos de estabilidad y coordinación que se traduce en caídas frecuentes.
- Psicológicos: ansiedad, depresión, irritabilidad, trastornos del sueño, soledad, dependencia e inseguridad.
- Sociológicos: retiro laboral, pérdida de los amigos y desvalorización social, son algunas de las cosas que les provoca la sensación de que sobran en la sociedad. Pese a los cambios propios de esta etapa, el envejecimiento es un proceso normal cuya calidad dependerá, en gran medida, de la manera en que se enfrente. Para una ancianidad llevadera se deben considerar dos puntos importantes:
- Controlar y educar los factores de riesgo: en la medida que no evitemos el tabaquismo, el estrés, el sedentarismo o descuidemos la nutrición, haremos más difícil el tramo final de nuestra vida.
- Realizar actividad física constante: mantener un buen estado físico es la mejor forma de prevenir y adaptarse a cualquiera de los cambios mencionados. Ayuda a mantener la musculatura firme, a prevenir la pérdida de calcio, a aumentar la capacidad respiratoria y cardiovascular y mejorar la autoestima. Se recomiendan los ejercicios acuáticos o simplemente salir a caminar diariamente a paso rápido unos 45 minutos. Siempre hay que hacerse el tiempo para ejercitarse, de lo contrario, serán finalmente las enfermedades quienes malgasten nuestro tiempo.
Se recomiendan los ejercicios acuáticos o simplemente salir a caminar diariamente a paso rápido unos 45 minutos. Siempre hay que hacerse el tiempo para ejercitarse, de lo contrario, serán finalmente las enfermedades quienes malgasten nuestro tiempo.
Pese a los cambios propios de esta etapa, el envejecimiento es un proceso normal cuya calidad dependerá, en gran medida, de la manera en que se enfrente. Para una ancianidad llevadera se deben considerar dos puntos importantes:
- Controlar y educar los factores de riesgo: en la medida que no evitemos el tabaquismo, el estrés, el sedentarismo o descuidemos la nutrición, haremos más difícil el tramo final de nuestra vida.
- Realizar actividad física constante: mantener un buen estado físico es la mejor forma de prevenir y adaptarse a cualquiera de los cambios mencionados. Ayuda a mantener la musculatura firme, a prevenir la pérdida de calcio, a aumentar la capacidad respiratoria y cardiovascular y mejorar la autoestima.
Se recomiendan los ejercicios acuáticos o simplemente salir a caminar diariamente a paso rápido unos 45 minutos. Siempre hay que hacerse el tiempo para ejercitarse, de lo contrario, serán finalmente las enfermedades quienes malgasten nuestro tiempo.
Dos viejitos caminando tomados de la mano, un beso entre dos personas de cabezas blancas o un tierno abrazo bajo las sábanas de un matrimonio de más de 60 años, son imágenes que no nos dejan indiferentes: a algunos les genera ternura, pero a muchos confusión o rechazo. Estos sentimientos por lo general son infundados, ya que pese a lo que la mayoría de la gente piensa en la tercera edad sí hay sexualidad.
Hay ignorancia en la sociedad y en los profesionales de la salud respecto de la sexualidad en el adulto mayor. Existe un cierto mito que dice que es improcedente e injustamente al hombre se le dice viejo verde y a la mujer viuda alegre. Hay muchos prejuicios en este tema: que los mayores son asexuados, que no tiene interés en vivenciarlo, que sus manifestaciones sexuales equivalen a desviaciones o perversiones, sexualidad es igual a juventud y belleza, etc. Esto se remata con que en el ámbito de la salud no se le pregunta al paciente mayor sobre el estado de su sexualidad, ya sea por ignorancia, falsos supuestos o miedo a ser ridiculizado.
Es importante recalcar que las consultas geriátricas de media hora son cortas, hay que darle tiempo al paciente para hablar y entrar en confianza. El rol del profesional es quitar el tabú que pesa sobre el tema y validar a la persona como un ser sexuado.
En un estudio sobre sexualidad en el adulto mayor realizado en Estados Unidos, en que se consultó a 1.300 personas sobre 60 años, el 48% dijo ser sexualmente activo. De este porcentaje un 70% reportó estar satisfecho con su vida sexual, incluso más que a los 40 años, y aproximadamente un 79% de los hombres y un 66% de las mujeres afirmaron que la actividad sexual es un componente de su relación de pareja.
La vejez trae consigo una serie de cambios físicos que van en desmedro de la sexualidad. En ambos sexos hay una disminución de los niveles hormonales: en el hombre baja la producción de espermatozoides, disminuye el tamaño de los testículos y produce menos líquido seminal, la respuesta a la excitación es más lenta, la erección es menos firme, hay una ausencia de eliminación de líquido pre eyaculatorio, los orgasmos duran menos y aumenta el tiempo de latencia (en volver al estado previo a la estimulación). En tanto en la mujer, la respuesta también es más lenta, hay menos lubricación, hay dolor en la relación (dispauremia), disminuye el número de orgasmos y también tarda en volver más a la fase pre estimulación.
Además de lo anteriormente descrito, hay una serie de condiciones de salud que afectan negativamente la sexualidad del adulto mayor: hipertensión, diabetes, infarto vascular cerebral, hipertrofia prostática, artrosis y artritis, enfermedades neurológicas, intervenciones quirúrgicas (mastectomía), histerectomía, prostatectomía radical, entre otros.
El estrés, depresión y uso de fármacos también son factores que influyen. La mayoría de estas enfermedades tiene un origen multifactorial, donde algunas causas influyen más que otras, pero todas son tratables.
Para que nuestros mayores tengan una vida feliz y tranquila hay que dignificarlos ante todo, respetarlos, acudir a su sabiduría y experiencia. Es importante no relegarlos a un rincón de la casa, ya que el aislamiento, la negación de la sexualidad como manifestación afectiva que se mantiene a lo largo de toda la vida, la imposibilidad de encontrarse con otro y manifestar sus sentimientos, hacen que la calidad de vida del adulto mayor no sea lo que puede llegar a ser.
Para que puedan expresar su sexualidad deben privilegiarse todas las formas de expresión sexual, basadas en sentimientos de amor compartido y no en un resultado mecánico de la erección y coito. Este abordaje se llama rehabilitación sexual y hay especialistas que ven este tema.
Hay que promover el envejecimiento activo, es decir, morirse joven pero lo más tarde posible, crear las condiciones para que nuestros abuelos tengan una buena calidad de vida, espacio para tener momentos gratos y también intimidad. Vivir una sexualidad posible y placentera, tener momentos de intimidad donde poner a jugar todos los sentidos y posibilidades de placer, colabora a hacer de la tercera edad una época plena de la vida.
- Eliminar hábitos tóxicos (tabaco, alcohol, etc.).
- Evitar el aislamiento, pasividad y consumo excesivo de televisión.
- Tener actividad física.
- Participar de actividades sociales y recreativas para la tercera edad (municipalidades, juntas de vecino, etc.).
- Consumir alimentos de acuerdo a una dieta equilibrada.
- En el caso de padecer algún problema de salud asistir a un profesional y consultar sobre los tratamientos útiles para cada caso.
- Eliminar hábitos estresantes y participar de actividades al aire libre.
- Recuerde consultar con su Geriatra las dudas que tenga en el tema sexual, él podrá orientarlo o derivarlo a un especialista
- Matrimonio Adulto. Autor, Judith Viorst.
- La Sexualidad en el Adulto Mayor. Autor, Dr. Andrés Flores Colombino.
- El Amor en los Tiempos de Cólera. Autor, Gabriel García Márquez.
Alimentación en la Tercera Edad
Al llegar a la tercera edad el organismo experimenta una serie de cambios, los cuales sumados a la disminución de actividad física y otras enfermedades propias de la edad, influyen y alteran los hábitos alimenticios.
Las demandas energéticas para realizar funciones básicas como respirar, bombear el corazón, etc. comienzan a disminuir un 5% cada década. De esta manera, si las personas mantienen los mismos hábitos alimenticios a los 40, 50 y 60 años la tendencia será a subir de peso, por lo que se debe tomar conciencia de esto y preocuparse de la dieta con anterioridad.
A esto se suma la disminución de la masa muscular y el aumento de la cantidad de grasa, además de sufrir alteraciones en su distribución concentrándose principalmente en la zona abdominal.
¿Cómo y qué comer?
Conforme va avanzando la edad comienzan a aparecer una serie de otros trastornos que también alteran la nutrición de las personas. Entre ellos destaca la pérdida de dentadura.
Como tienen menos piezas dentales o ya utilizan prótesis dentarias no pueden comer cosas de consistencia muy dura, por lo que se recomienda prepararles alimentos blandos o triturados en forma de puré o papillas. Las sopas son también una muy buena opción.
Por otro lado, se recomienda evitar las frituras en la preparación de las comidas, sobre todo porque los adultos mayores suelen tener un colesterol alto. Es preferible, hornear, hervir o cocinar a la plancha los alimentos.
Los sentidos como la vista, el oído y el olfato también sufren ciertos cambios, pero el gusto es el más perjudicado producto de una atrofia en las papilas gustativas. Es necesario una buena presentación de los alimentos y el uso de especies y saborizantes para realzar el sabor de las comidas.
Disminuyen también las secreciones gástricas, la saliva, todo lo referente a los conductos internos del tubo digestivo, lo que hace importante evitar los alimentos irritantes y comer, en porciones pequeñas, tres a cuatro veces al día, para evitar la aparición de gastritis.
Si bien todas estas alteraciones metabólicas son propias de la vejez, hay que tener en consideración que cada persona y cada caso es único y debe ser tratado con la ayuda de médicos y profesionales de la nutrición.
En vista de que con la edad disminuye la movilidad intestinal, es importante añadir fibras en la dieta, como productos integrales y cereales. Se recomienda también el consumo frecuente de frutas y hortalizas que sean coléricas, es decir, que ayuden a eliminar la sal y favorezcan la producción de bilis, como es el caso de la alcachofa, el rabanito, la endibia, la berenjena, el níspero, la frutilla y el plátano.
Las carnes rojas se recomiendan una a dos veces por semana, ya que aportan proteínas. Las frutas debieran ser tres porciones diarias, el pan sólo al desayuno y la once, de preferencia disminuir lo más posible el consumo de sal y azúcar. La deshidratación es un mal frecuente a esta edad, por lo que hay que preocuparse de tomar mucho líquido.
Producto de la disminución del calcio se producen varios problemas óseos, por lo que se requiere un consumo constante de lácteos (yogurt, leche, queso, quesillo, entre otros).
Factores de riesgo
El estado de ánimo influye directamente en la alimentación y en esta etapa de la vida la depresión, la soledad y el aislamiento social pueden llevar a los abuelos a no comer y a desnutrirse. Por otro lado, quienes sufren enfermedades como el Alzehimer, Parkinson y demencia senil también influyen en la nutrición, ya que muchas veces no se acuerdan que ya comieron y lo hacen dos veces, o simplemente no son capaces de alimentarse por sí solos.