La nutrición es la base de la salud, el estado físico, la plenitud, el buen humor diario y el desarrollo personal, profesional y afectivo. Una persona mal alimentada sufre los trastornos típicos del desbalance alimenticio y se autolimita en las actividades diarias.
Los desórdenes alimenticios son comunes en una cultura obsesionada con la comida rápida, dieta y la imagen corporal. La insatisfacción con el cuerpo y las dietas usualmente llevan a conductas peligrosas y poco sanas. Este tipo de trastornos se pueden tratar y en Clínica Santa María contamos con un equipo de profesionales multidisciplinarios para ello.
Las fiestas de fin de año pueden ser la ocasión perfecta para subir varios kilos si uno no se cuida. Por ejemplo, una persona de 70 kilos que consume diariamente 2.500 calorías, durante esta época fácilmente puede aumentar en un 50% su ingesta diaria. Así, a lo largo de una semana, puede llegar a ganar hasta dos kilos.
Pero como en estas ocasiones no todo puede ser restricción, la indicación para que las calorías extra no se acumulen en el cuerpo es incrementar la actividad física. Hay que gastar la energía adicional que estamos consumiendo, aprovechar el buen tiempo para salir a caminar, andar en bicicleta o trotar en vez de quedarse sentados viendo televisión.
Otro de los problemas asociados a estas fechas son los malestares estomacales, producidos por la mayor cantidad y la condimentación más elaborada de las comidas. La alimentación no es la cotidiana, a lo que se suma el exceso de bebidas alcohólicas.
Existen numerosas técnicas para disfrutar de las festividades sin problemas:
- Limitar el consumo de alimentos meteorizantes, como repollo, coliflor, brócoli, cebolla, rabanitos, entre otros.
- No ingerir bebidas alcohólicas en exceso para evitar accidentes y calorías innecesarias. Si se va a consumir alcohol, hay que preferir vino tinto, por sus propiedades antioxidantes.
- En cuanto a las comidas, hay que dar preferencia a las carnes magras blancas (pavo o pollo) en lugar de las rojas (vacuno o cordero).
- Consumir cinco porciones de frutas y/o verduras variando los colores, ya que contienen fibras dietéticas y antioxidantes, además de vitaminas y minerales.
- Se debe restringir la ingesta de condimentos o sustancias irritantes como ají, pimienta y vinagre.
Las comidas de fin de año son muy tentadoras y ricas; sin embargo, la mayoría tienen un gran aporte calórico. Para que pueda disfrutar de una gran cena sin preocuparse por los kilos demás, le sugerimos un saludable y apetitoso menú.
- Una porción de carpaccio de salmón (50 kcal.)
- Una porción de pavo o pollo a la naranja (150 kcal.)
- Una porción de puré de manzanas con sucralosa (70 kcal.)
- Dos porciones de ensalada (120 kcal.)
- Una porción de ensalada de frutas con yogurt light (120 kcal.)
- Una copa de vino tinto (130 kcal.)
- Una porción de pan de pascua: 500 kcal.
- 120 ml. de cola de mono: 181 kcal.
- Una copa de ponche a la romana: 100 kcal.
- 150 grs. de pavo relleno con ciruelas: 240 kcal.
- Una copa de champagne: 69 kcal.
Comúnmente, es durante la primavera y el verano cuando las personas más se preocupan por su peso y estado físico; en el invierno se consumen alimentos más calóricos, por lo que se puede quedar con algunos kilos demás. Para estos casos, la solución es cambiar los hábitos alimentarios y realizar actividad física.
Sin embargo, muchos se ven tentados por las “dietas milagrosas” que prometen una rápida pérdida de peso corporal, pero a costa de peligros para la salud. Estos regímenes son en su mayoría desequilibrados, impersonales, sin fundamentos científicos y no sirven para formar buenos hábitos alimentarios, que es lo que se pretende con una dieta.
Una nutrición balanceada
Una de las cosas más importantes para lograr una dieta exitosa es que la comida sea variada, por lo que hay que incluir todos los grupos de alimentos que se presentan en la pirámide: lácteos bajos en grasa, carnes magras (en especial pescado), cereales integrales (pan centeno, integral o en su reemplazo galletas de salvado), frutas (durante primavera y verano, con especial énfasis en: durazno, damasco, frutilla, pera y jugo de pomelo, ya que tienen un mayor aporte de antioxidantes, grasas saludables (palta, aceite de oliva, aceituna, nueces, almendras, avellanas, maníes en pequeñas cantidades y muchas verduras (las que más protegen la piel son: acelga, espinaca, lechuga, rúcula, zapallo, zanahoria, pimentón).
Entonces, para bajar de peso en forma sana se debe seguir un régimen hipocalórico junto con un plan de ejercicios regular mínimo tres veces por semana, lo que se traduce alrededor de un kilo menos cada semana. Este régimen se puede llevar a cabo por tres meses, tras los cuales es necesario evaluar si la persona necesita seguir bajando o se le entrega un plan de mantención, en donde se aumenta paulatinamente el aporte calórico diario en cada control mensual.
- Desayuno y once:2 rebanadas de pan de molde integral + jamón de pavo o quesillo o mermelada light + té o café con leche descremada.
- Colación: 1 fruta o 1 yogur light.
- Almuerzo:100 gr. de carnes blancas + ½ taza de carbohidratos + abundante verdura con 1 cdta. de aceite de oliva + 1 fruta con jalea light.
- Cena:lo mismo que al almuerzo pero sin carbohidratos.
- Opción:si desea comer algo dulce, puede preparar un café helado en base a leche descremada, café y helado de vainilla light.
- Bajo en calorías:Debe aportar aproximadamente 40% menos de calorías que las que la persona consume habitualmente, o 1.000 kcal. menos que su requerimiento diario. En general, se prescriben dietas entre 1.000 y 2.000 kcal. diarias, dependiendo esto de la edad, peso, talla, sexo y nivel de actividad.
- Equilibrado:Debe incluir un 15 a 20% de proteínas, 20 a 25% de lípidos o grasas y 50 a 60% de hidratos de carbono.
- Aumentado en fibras vegetales:Frutas, verduras, cereales integrales y legumbres.
- Horarios: cuatro tiempos de comida, con una colación: una fruta o yogur dietético.
- Aumentado en líquidos:Agua, infusiones, bebidas sin azúcar o el té verde, que es una excelente opción ya que aumenta el metabolismo y tiene un buen aporte de antioxidantes.
- Se recomienda restringir las carnes rojas y aumentar el consumo de pescado.
Es común encontrarse en diversas publicaciones con dietas de moda, que ofrecen fáciles y rápidas formas de perder peso. Sin embargo, la gran mayoría son impracticables o incluso peligrosas. A continuación, algunos regímenes que no debe seguir.
Una alimentación sana y balanceada no sólo es contar las calorías que se ingieren. Es importante también la composición de los alimentos, su cantidad y los horarios en que se comen. Por eso es importante que los padres eduquen y creen hábitos que acompañarán a sus hijos por el resto de sus vidas. El sobrepeso y la obesidad infantil se han convertido en una de las enfermedades preocupantes de los últimos tiempos abarcando el 20% de esta población y con estimaciones de crecer hasta un 50% para el año 2010. Por esto es importante que los padres tomen conciencia y enseñen a sus hijos a alimentarse adecuadamente, aprovechando que mientras más pequeños, más fácil es manejar y cambiar sus hábitos, y así prevenir posibles enfermedades.
Una buena alimentación es aquella que satisface los requerimientos calóricos y nutricionales del niño basándose en el esquema de la pirámide alimentaria.
Esto quiere decir, que los padres deben proporcionar a sus hijos, en cantidades adecuadas, productos de todos los grupos de alimentos y evitar que hagan dietas muy estrictas o hipocalóricas. Esto porque cada grupo aporta propiedades y nutrientes importantes al organismo del pequeño.
Además, es importante comer en pequeñas cantidades varias veces al día. Es fundamental no saltarse ningún tiempo de comida, ya que ese ayuno hará que aumente la ingesta en el siguiente tiempo. Además, el organismo no distingue calorías, sino volúmenes de alimento. Es decir, si un niño come cosas muy calóricas en reducidas cantidades, como por ejemplo una hamburguesa de comida rápida, volverá a sentir hambre y a comer a lo largo del día aumentando aún más su total de calorías.
Por otro lado, el organismo tiende a asimilar más y a formar más grasas si se come un gran volumen una vez durante la jornada, que si el mismo volumen se ingiere fraccionado en varios tiempos de comida. Además, este tipo de hábitos ayuda a mantener las glicemias (azúcares) estables, disminuyendo riesgos vasculares.
Los alimentos que ingerimos día a día se clasifican en diferentes grupos:
- Lácteos
- Carnes
- Frutas y verduras
- Pan y cereales
- Grasas
- Azúcares
- Condimentos como la sal
En el primero de ellos se encuentran la leche, el yogurt y el quesillo que aportan calcio y buenas proteínas, fundamentales para formar, mantener y reparar los tejidos y huesos del cuerpo y para que estos funcionen correctamente.
La importancia del calcio de la leche es fundamental en los niños y por tanto, es muy importante su consumo durante los primeros años, ojalá en tres porciones diarias.
En el siguiente segmento se ubican las carnes rojas, blancas y los pescados. Éstas son de gran importancia por su aporte de proteínas, hierro y zinc que ayudan a prevenir enfermedades como la anemia.
El pescado, por su parte, aporta grasas de buena calidad y previene las enfermedades del corazón. Estas grasas tienen especial importancia en el desarrollo de la retina y el cerebro en el feto y también un efecto beneficioso en el lactante menor de dos años, donde un consumo adecuado se relaciona con una mejoría en la agudeza visual. Por ello, la embarazada y la madre que amamanta deben consumir pescado al menos dos veces por semana.
Las frutas y verduras suelen ser rechazadas por los pequeños quienes no saben que son fundamentales para mantenerse sanos, por lo que es aconsejable que los padres las presenten de manera entretenida como por ejemplo en cremas, en sopas o ensaladas coloridas. Este grupo aporta vitaminas, antioxidantes y fibras, necesarios para prevenir la obesidad, las enfermedades coronarias, cáncer y deben consumirse por lo menos cinco porciones al día.
El pan y los cereales son importantes pero deben consumirse en menores cantidades, además, deben evitarse aquellos con mucha azúcar. Es recomendable cambiar el pan blanco por el integral y priorizar cereales como la avena. El arroz y los fideos también pertenecen a este grupo.
Un tema complicado siempre son las grasas y el azúcar. En el primer caso hay que distinguir las buenas de las malas. Las buenas proporcionan energía y el buen funcionamiento del organismo, pero igual se deben administrar en pequeñas cantidades ya que aportan muchas calorías.
El azúcar en cambio no aporta absolutamente ningún nutriente al organismo, por lo que es conveniente evitarla.
Finalmente, condimentos como la sal también deben ser ingeridos de forma moderada, ya que retiene líquidos y aumenta la presión. Lo mismo con alimentos enlatados y embutidos. Prefiera dar sabor a las comidas a través de condimentos aromáticos.
Para que nuestros pequeños adquieran hábitos y logren una buena alimentación y nutrición, debe existir primero un compromiso familiar. Los niños no entienden nada de grasas saturadas, colesterol o hipoglicemia, todo esto parte por casa, porque la mamá compre y cocine más sano, evite que el niño pase hambre, estimule su actividad física y lo mantenga alejado de las tentaciones.
Añade además que un buen ejercicio para lograr esto es que los hijos acompañen a sus padres al supermercado. Así se les podrá ir indicando qué alimentos son de premio para el fin de semana y por qué hay algunos más importantes que otros.
Otro factor de ayuda es que a partir de los dos años, los niños se sienten en la mesa con los adultos, de manera que éstos sean un ejemplo y los pequeños aprendan de sus hábitos y a “comer como grandes”.
En el caso de que usted tenga que trabajar y deje a sus hijos a cargo de otra persona, evite que tenga a mano cosas que no puede comer, deje una minuta con opciones de alimentos permitidos en caso de que el niño tenga hambre y déjele también un listado con labores para cumplir, ya que el ocio y el aburrimiento hace que coman sin tener hambre.
Los alimentos que ingerimos día a día se clasifican en diferentes grupos:
En el primero de ellos se encuentran la leche, el yogurt y el quesillo que aportan calcio y buenas proteínas, fundamentales para formar, mantener y reparar los tejidos y huesos del cuerpo y para que estos funcionen correctamente.
La importancia del calcio de la leche es fundamental en los niños y por tanto, es muy importante su consumo durante los primeros años, ojalá en tres porciones diarias.
En el siguiente segmento se ubican las carnes rojas, blancas y los pescados. Éstas son de gran importancia por su aporte de proteínas, hierro y zinc que ayudan a prevenir enfermedades como la anemia.
El pescado, por su parte, aporta grasas de buena calidad y previene las enfermedades del corazón. Estas grasas tienen especial importancia en el desarrollo de la retina y el cerebro en el feto y también un efecto beneficioso en el lactante menor de dos años, donde un consumo adecuado se relaciona con una mejoría en la agudeza visual. Por ello, la embarazada y la madre que amamanta deben consumir pescado al menos dos veces por semana.
Las frutas y verduras suelen ser rechazadas por los pequeños quienes no saben que son fundamentales para mantenerse sanos, por lo que es aconsejable que los padres las presenten de manera entretenida como por ejemplo en cremas, en sopas o ensaladas coloridas. Este grupo aporta vitaminas, antioxidantes y fibras, necesarios para prevenir la obesidad, las enfermedades coronarias, cáncer y deben consumirse por lo menos cinco porciones al día.
El pan y los cereales son importantes pero deben consumirse en menores cantidades, además, deben evitarse aquellos con mucha azúcar. Es recomendable cambiar el pan blanco por el integral y priorizar cereales como la avena. El arroz y los fideos también pertenecen a este grupo.
Un tema complicado siempre son las grasas y el azúcar. En el primer caso hay que distinguir las buenas de las malas. Las buenas proporcionan energía y el buen funcionamiento del organismo, pero igual se deben administrar en pequeñas cantidades ya que aportan muchas calorías.
El azúcar en cambio no aporta absolutamente ningún nutriente al organismo, por lo que es conveniente evitarla.
Finalmente, condimentos como la sal también deben ser ingeridos de forma moderada, ya que retiene líquidos y aumenta la presión. Lo mismo con alimentos enlatados y embutidos. Prefiera dar sabor a las comidas a través de condimentos aromáticos.
Propiedades de los alimentos
Comer es una de las acciones más básicas del ser humano; sin embargo, muchas veces no sabemos realmente qué estamos consumiendo, si son beneficiosos para la salud o bien de qué forma podemos aprovecharlos mejor. A continuación, entregamos información sobre las propiedades y beneficios de algunos alimentos que ingerimos comúnmente.
Es una verdura proveniente de la familia de las brasicáceas, antes llamadas crucíferas. Se puede consumir cocido, al vapor, salteado u horneado.
- Rico en antioxidantes como vitamina C y betacaroteno.
- Protege contra el cáncer de mama.
- Reduce las inflamaciones de los procesos alérgicos.
- Es una excelente fuente de cromo, que ayuda a regular los niveles de insulina y glucosa.
- Es rico en fibra soluble, lo que contribuye a disminuir el colesterol.
- Mejora la coagulación sanguínea gracias a la vitamina K.
- Tiene propiedades laxantes.
- Es un protector cardíaco.
- Actúa como antianémico.
Dentro de este grupo se cuentan el atún, arenque, salmón, la trucha de río y las anchoas. Pueden ser preparados al horno, al vapor, a la plancha, a la parrilla o crudo como aperitivo.
- Favorece la maduración del sistema nervioso, la retina y los pulmones en fetos y niños, por lo que se recomienda para mujeres que estén amamantando o embarazadas.
- Aumenta la fluidez de la sangre.
- Mejora la distensión arterial.
- Disminuye las arritmias.
- Es un antiinflamatorio natural.
- Es muy recomendable para niños con déficit atencional, ya que mejora el nivel de concentración, aprendizaje y memoria.
Producto lácteo obtenido de la fermentación bacteriana de la leche, puede ser consumido solo, con frutas, con cereales, como aliño para ensaladas o para preparar postres.
- Fuente de calcio, fósforo y vitaminas B1 y B2.
- Mejora la función del colon.
- Aumenta las defensas naturales del organismo.
- Previene infecciones urinarias y cistitis.
- Reduce la presión arterial.
- Previene la aparición de ciertos tumores cancerígenos.
- Protege la mucosa estomacal.
- Contribuye a reducir la úlcera péptica.
- Favorece la digestión de la lactosa.
- Ayuda con la reducción del colesterol “malo” o LDL.
Esta infusión se ha hecho muy popular en Occidente en los últimos años; sin embargo, se consume en Oriente desde hace unos cinco mil años. Puede ser ingerido frío o caliente.
- Es una excelente fuente de antioxidantes, pero sin el aporte calórico ni de alcohol que presenta el vino.
- Protector cardiovascular: evita la oxidación a nivel arterial y previene la arteriosclerosis.
- Contribuye a reducir el colesterol “malo” o LDL.
- Aumenta el HDL o colesterol “protector”.
- Ayuda a bajar los niveles de azúcar en la sangre luego de las comidas.
- Es un estimulante y energizante ideal para consumir previo al ejercicio.
- Aumenta el gasto calórico en un cuatro por ciento.
- Tiene efectos diuréticos y astringentes.
- Contribuye a bajar la presión arterial.
- Tiene un alto nivel de flúor, por lo que ayuda a combatir las caries.
- Regula la función inmunológica, aumentando las defensas.
Bulbo de la familia de las cebollas, su uso data de las antiguas culturas de Asia y Egipto. En la actualidad, se utiliza en la cocina y también como componente en recetas farmacéuticas.
- Tiene un efecto cardioprotector, ya que previene la formación de placa o induce regresión de las ya formadas.
- Reduce los niveles de colesterol y triglicéridos.
- Es un antitumorígeno.
- Ayuda a reducir los niveles de azúcar en la sangre.
- Estimula el sistema inmunológico.
- Incrementa la actividad de enzimas destoxificantes.
Tiene propiedades bactericidas y antisépticas.
El colesterol es un componente esencial para nuestro organismo; es una sustancia grasa que forma parte de las membranas celulares, de algunas hormonas, de la vitamina D y de ciertos jugos digestivos como las sales biliares.
A pesar del rol fundamental que juega en nuestro cuerpo, cuando se encuentra en exceso puede traer consecuencias perjudiciales para la salud.
Cuando a una persona le sube mucho el colesterol, implica que éste se va depositando en las paredes de las arterias formando placas de colesterol o ateromas, las cuales pueden mantenerse adheridas a las arterias o también se pueden desprender y bloquear completamente el paso de la sangre (accidentes de placa), causando accidentes coronarios o vasculares. Este tipo de patologías cardiovasculares son la principal causa de muerte en Chile.
Existen cuatro subtipos de colesterol que se miden individualmente con un perfil lipídico. Dentro de esta clasificación, los tipos más conocidos son el “colesterol bueno” o HDL y el “malo” o LDL.
El LDL (Lipoproteína de Baja Densidad) transporta el colesterol por todo el organismo, depositándolo en las arterias. Los niveles aceptados han ido cambiando con el tiempo y hoy, el objetivo es que sean menores o iguales a 100 mg/dl. en pacientes que no han tenido ningún evento coronario o cardiovascular. Pero con las personas que sí han sufrido este tipo de accidentes, las exigencias son aún mayores: sus niveles no deben superar los 70 mg/dl.
Por otra parte, el HDL (Lipoproteína de Alta Densidad) contribuye a disminuir la formación de placas de ateroma, motivo por el cual se le denomina “colesterol bueno”. No existen metas acerca del valor ideal de concentración de esta sustancia en el cuerpo, aunque es evidente que a un mayor valor de éste hay una mayor protección contra los eventos vasculares. Cuesta mucho regular el HDL, porque depende de los hábitos de cada persona y un porcentaje importante de los pacientes tienen un factor hereditario que los condiciona a tener valores bajos de HDL. En este contexto, es recomendable hacer ejercicio y comer de manera saludable y en casos familiares o hereditarios se indica la asociación de fármacos.
Existen otros dos valores que aparecen en un perfil lipídico: el colesterol total, que es una medida aproximada de todo el colesterol circulante en el organismo; y los triglicéridos, que se forman de los ácidos grasos y del metabolismo de los azúcares refinados o hidratos de carbono. Los triglicéridos elevados también aumentan el riesgo de formar placas de ateroma.
Los niveles recomendables para estos índices son de 200mg/dl en el colesterol total y 150 mg/dl. para los triglicéridos.
Lamentablemente, no hay síntomas que evidencien precozmente alteraciones en el colesterol y que permitan corregirlo antes de que se produzcan placas de ateroma.
La aparición de síntomas secundarios se da cuando el nivel ya es muy excesivo o bien existe un accidente de la placa de ateroma, con la obstrucción secundaria del vaso sanguíneo afectado y se manifiesta en forma de accidentes vasculares o coronarios, como infartos cerebrales, de extremidades o síndromes coronarios agudos o infartos al miocardio.
Es por esto que la prevención es el mejor camino para evitar consecuencias mayores. Se sugiere que a los 20 años las personas se sometan a un primer perfil lipídico, más aún si existe historia familiar. Hay un grupo que tiene mayor riesgo, como los fumadores, diabéticos, hipertensos y los pacientes que tienen algún grado de obesidad.
Mantener una alimentación saludable es otra forma de disminuir las posibilidades de sufrir un accidente cardiovascular. El 70% del colesterol que hay en nuestro organismo proviene de la comida que ingerimos. Por esta razón, se debe moderar el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas, como carnes rojas, yema de huevo, quesos amarillos, chocolate y productos lácteos no descremados.
Los alimentos ricos en grasas poliinsaturadas, como los pescados, almendras, nueces, maní, palta, aceites de oliva, el aceite de maravilla y la soya tienden a bajar el colesterol total y a aumentar el HDL (colesterol bueno).
Asimismo, se ha comprobado el efecto benéfico antioxidante del vino tinto, sugiriéndose en pacientes que no tienen contraindicado por otra causa el alcohol, la ingesta de una copa de vino tinto diaria. Esto aumenta el HDL entre un cinco y un 10%, además de evitar la formación de ateromas y trombos (coágulos) al interior de los vasos sanguíneos.
Las verduras y frutas constituyen una fuente primordial de vitaminas, sales minerales, fibra y antioxidantes. La deficiencia mantenida en el consumo de estos nutrientes tiene relación directa con la aparición y desarrollo de algunas enfermedades.
Un plan de alimentación equilibrado que incorpore vegetales y frutas, además de lácteos, carnes y cereales, permite a los niños un buen crecimiento y desarrollo. Además, les ayuda a prevenir enfermedades en la edad adulta y estados carenciales a lo largo de sus vidas. Por ello, es importante acostumbrarlos desde pequeños a sabores diferentes y variados que les permitan disfrutar de una dieta rica, variada y saludable.
Es tarea de los padres y madres inculcar buenos hábitos alimentarios y transformar las comidas en un momento placentero. Para que el menú semanal de los niños sea balanceado debe incluir todos los grupos de alimentos: lácteos, carnes, vegetales, cereales, frutas, grasas y azúcares. Un plan adecuado de nutrición para los niños debe incluir de tres a cuatro porciones diarias de lácteos, una a dos de carnes (idealmente blancas), ya que es una excelente fuente de proteínas de alto valor biológico, muy necesarias para el crecimiento y la renovación celular. Tres frutas, más dos platos de verduras crudas o cocidas.
Los lácteos son fundamentales en la etapa de crecimiento y, dependiendo del peso de los niños, pueden ser descremados o semidescremados, no hay necesidad de que los niños consuman lácteos enteros puesto que la grasa también se proporciona con otros alimentos.
Las grasas y azúcares, por su parte, tienen que ingerirse con moderación y en el caso de las primeras, ser de buena calidad, como aceites, paltas o frutos secos.
Los preescolares y niños en edad escolar tienden a ser bastante mañosos, especialmente con alimentos nutritivos como las verduras. Aunque las preferencias por ciertas comidas deben ser respetadas y tomadas en cuenta, no hay que dejar que sea el niño quien decida lo que va a comer. Si la gama de alimentos que se incluyen en los menús familiares es amplia, es más fácil que el niño acepte un mayor número de alimentos. Por el contrario, si los hábitos familiares se alejan de las recomendaciones en calidad y cantidad, resultará difícil para el niño entender que debe comer de todo.
La mayoría de los niños y adolescentes no comen las raciones de vegetales recomendados. Los siguientes consejos le pueden ayudar a aumentar el consumo de estos alimentos en todas las comidas.
- Presente los platos de forma divertida, con diseños e ingredientes coloridos, que los hagan más apetitosos.
- Procure que sus hijos comiencen el día con frutas. Un vaso de jugo de frutas, rebanadas de plátano, ciruelas o frutillas darán un energético y delicioso comienzo a la jornada y le ofrecerán una cantidad alta de fibra, vitaminas y minerales.
- Las frutas se pueden llevar con facilidad a todos los lugares y entregan una rápida carga de energía. Ponga en la mochila de su hijo una manzana, naranja, pera o una bolsa de frutos secos o deshidratados.
- ¿Su hijo siempre anda apurado? Ponga las frutas y vegetales a su alcance y asegúrese que estén visibles cuando el niño abra el refrigerador. Así es más probable que se los coma.
- Utilice verduras congeladas o en conserva cuando sea imposible conseguir productos frescos para que así no pasen días sin comer verduras variadas.
- Utilice puré de verduras para espesar sopas y añadir sabor.
- Prepare postres dulces con vegetales (tarta de zanahoria, bocaditos dulces de camote) o con frutas (tartaleta de piña, pastel de manzana, yogur de kiwi, frutilla, etc.). Recuerde emplear el azúcar con moderación, también estos postres pueden preparase con edulcorantes aptos para la cocción.
Corte los alimentos en formas curiosas, los hace más apetecibles. Se pueden elaborar sándwiches vegetales con lechuga, tomate, zanahoria rallada, quesillo, jamón, atún, colocados en canapés cortados en forma de triángulo o círculo. Llamará más la atención que el típico sándwich cuadrado.
Ideas
En la preparación de originales recetas para fomentar el consumo de verduras entre los más pequeños no hay más límite que la propia imaginación y una pizca de buen gusto.
Los flanes o budines que combinan carnes, pescados y huevo con verduras, son una manera divertida y original para que los más pequeños vayan probando distintos sabores. Estos platos pueden servirse fríos o calientes y permiten incluir cualquier tipo de verdura, cereales, legumbres y carnes.
Es una manera entretenida y saludable de cocinar y consumir vegetales, ya que los más pequeños pueden participar en su elaboración. Existen infinitas presentaciones de pinchos, por ejemplo: brochetas de pollo, pavo, ternera o pescado con champiñones, pimientos verde y rojo, zanahorias, zapallitos, berenjenas, etc.
El contenido de energía y nutrientes de las pizzas varía según sus ingredientes. Son un plato fácil de preparar, de gran aceptación y muy nutritiva si se preparan con jamón serrano o de pavo, atún, tomate triturado, cebolla, pimiento, champiñones, alcachofas, berenjenas. Así, una porción de pizza resulta muy completa.
Son platos jugosos, sabrosos y en general muy aceptados por el público infantil. Algunas sugerencias: lasaña rellena de pollo, champiñones y espárragos, de carne y espinaca, canelones de carne y alcachofas.
Platos tan comunes como las tortillas pueden ser un recurso fácil para incluir distintas verduras. Alternativas: tortilla de espárragos, camarones, espinacas, queso, cebolla, champiñones o papas.
¿Sabías que el desayuno debería contener entre el 25 y 30% del total de calorías que ingerimos a lo largo del día? Los alimentos que comemos en las primeras horas de la mañana son de vital importancia, ya que luego de 8 o 10 horas de ayuno nuestro cuerpo necesita de energía y nutrientes para realizar bien las actividades diarias. De esta manera, saltárselo puede significar fatigas, cansancio y problemas de atención durante la jornada.
Además, ayuda de manera significativa al equilibrio nutricional en la alimentación, ya que mejora la distribución energética (al comer más en la mañana se tiene energía para gastar y se come menos en la tarde) y contribuye a evitar malas elecciones alimenticias disminuyendo el consumo de golosinas.
Un buen desayuno no es aquel que se toma apurado en la mañana antes de salir de la casa. Debe destinársele un tiempo especial, por lo menos 15 minutos. Es preferible que el día anterior se acuesten 15 minutos antes y se levanten más temprano, antes que omitirlo o consumirlo a la rápida.
Esta primera alimentación del día debe convertirse para cada integrante de la familia en una hora sagrada. Considerarla, al igual que la cena, como una instancia para compartir en familia.
Muchas veces esto no es posible por las diferencias de horarios de cada persona. En esos casos, la especialista propone preparar una mesa bonita, entretenida y con alimentos agradables de manera que sentarse a desayunar sea tan importante y deseado como un almuerzo.
Hay tres cosas fundamentales que no pueden faltar para alimentarse bien durante el desayuno: calcio, fibras y vitaminas. El calcio se obtiene de una porción de leche o yogurt, ojalá bajo en grasas. Las fibras, de los cereales y una porción de pan. Y las vitaminas están en las frutas o jugos naturales.
Así, un desayuno recomendable podría ser:
- Un té o café con leche, de preferencia descremada.
- Una porción de pan integral o marraqueta con palta, quesillo, mermeladas sin azúcar o jamón de pavo.
- Una porción de fruta o un jugo. El kiwi y la naranja tienen mucha vitamina C.
Es importante favorecer los productos dietéticos o bajos en grasas y evitar las grasas saturadas. Por eso se recomiendan las leches descremadas, (incluso para los niños con tendencia al sobrepeso a partir de los tres años), el yogurt light y los cereales bajos en azúcares como la avena.
Un buen desayuno es importante para todas las personas. Sin embargo, dependiendo de la edad y condición es recomendable que pongan atención en el consumo de ciertos alimentos.
- Los niños: Para ellos es fundamental una alimentación completa y abundante, ya que está comprobado que existe una importante relación entre el desayuno y la rendición escolar. Un alumno que no desayuna tiene menos energía y pone menos atención, tendrá más dificultades de entendimiento y estará más propenso a tener una fatiga producto del gasto energético en las clases y en los recreos. La leche es, además, un alimento importante para el crecimiento adecuado de sus huesos.
- Las mujeres: Hasta los 25 años es muy importante el consumo de leche, ya que durante toda esa etapa están formando las reservas de calcio, por eso lo ideal es consumir tres porciones diarias. Pueden ser dos en el desayuno, como un vaso de leche y un pedazo de quesillo, y otra de leche en la tarde.
- Las mujeres embarazadas: Deben aumentar esa dosis y consumir cuatro porciones de lácteos al día.
- Los deportistas: Es bueno el consumo de muchos carbohidratos, sobre todo si tienen una competencia. Por eso se recomienda el pan, los cereales y también fruta.
- Mayor probabilidad de que los niños tengan una alimentación correcta y una mejor nutrición.
- Mejora comportamiento y desempeño mental.
- Fomenta el aprendizaje, la atención y las habilidades escolares.
- Favorece el incremento de peso y talla en los niños.
- Desarrolla buenos hábitos alimenticios que perduran a lo largo de toda la vida.
Corte los alimentos en formas curiosas, los hace más apetecibles. Se pueden elaborar sándwiches vegetales con lechuga, tomate, zanahoria rallada, quesillo, jamón, atún, colocados en canapés cortados en forma de triángulo o círculo. Llamará más la atención que el típico sándwich cuadrado.
Esprúe celíaco (intolerancia al gluten)
¿Imaginas lo difícil que es vivir sin poder comer pan, pasteles ni muchos de los postres que conocemos? Ésta es la realidad de quienes padecen la enfermedad celíaca, un mal que se caracteriza por la intolerancia al gluten, sustancia que se encuentra en el trigo y otros granos. La incapacidad para digerir y procesar esta sustancia puede llevar a la inflamación de los intestinos, deficiencias vitamínicas debido a la poca absorción de nutrientes y anomalías intestinales.
El gluten se encuentra en muchos alimentos, en especial en los procesados y horneados como panes, pasteles, postres que usan espesantes, bebidas alcohólicas (excepto el vino), cereales y pastas. Esta condición hereditaria se caracteriza porque el revestimiento del intestino delgado resulta dañado en respuesta a la ingestión de gluten y otras proteínas que se encuentran en el trigo, la cebada, el centeno y sus derivados.
Los intestinos contienen proyecciones (llamadas vellosidades) que normalmente absorben los nutrientes, pero en las personas con esta enfermedad estas vellosidades se aplanan y se altera su capacidad para absorber los nutrientes en forma apropiada. Como resultado, varios sistemas de otros órganos también terminan afectados. Esta dolencia se puede presentar en cualquier momento de la vida, desde la infancia hasta la vejez.
Se desconoce la causa exacta de este mal. Antes se consideraba como una enfermedad extraña, pero según investigaciones recientes una de cada 120 personas en el mundo la padece y solo una pequeña fracción de ellas ha sido diagnosticada. Se produce en personas que poseen una susceptibilidad determinada genéticamente, asociada a la interacción con el ambiente, en este caso la ingestión de gluten.
Existen numerosas dolencias y condiciones asociadas con la enfermedad celíaca, entre las cuales se pueden mencionar: anemia, intolerancia a la lactosa, dermatitis herpetiforme, trastornos cutáneos, diabetes tipo I, síndrome de down, infertilidad inexplicable, osteoporosis, ciertos tipos de cáncer intestinal, entre otros.
El espectro de síntomas es muy amplio y va desde personas asintomáticas hasta pacientes con desnutrición grave. Entre estos extremos existen un sinnúmero de manifestaciones, incluso hasta hace un tiempo la enfermedad se diagnosticaba en niños con diarrea crónica, retardo del crecimiento o desnutrición. En la actualidad, el diagnóstico se hace cada vez más en adultos con diversidad de síntomas.
Las dolencias asociadas a esta enfermedad varían de una persona a otra y pueden ser o no intestinales. Esta es la razón por la cual el diagnóstico con frecuencia se retrasa. Por ejemplo, una persona puede presentar diarrea, otra estreñimiento y una tercera no presentar irregularidad alguna en las deposiciones. Los síntomas gastrointestinales más conocidos son el dolor abdominal, la diarrea, intolerancia a la lactosa, náuseas, vómitos, pérdida de peso, distensión abdominal, gases y estreñimiento.
Los síntomas no gastrointestinales más recurrentes son la anemia, osteoporosis, formación de hematomas, retraso en el crecimiento de los niños, hipoglucemia, desnutrición, úlceras bucales, trastornos cutáneos, deficiencia de minerales o vitaminas, depresión y fatiga.
En la actualidad se dispone de exámenes de sangre que son muy sensibles y específicos para el diagnóstico de esta enfermedad. Por ser tan sencillos y poco molestos, son de gran utilidad cuando existe la sospecha clínica de esta afección, para así tratarla sin tardanza. El diagnóstico definitivo se basa en la biopsia de intestino delgado, que se practica mediante una endoscopía digestiva alta habitual. Este examen es de uso rutinario y muy poco molesto con los avances que se tienen hoy en día.
El tratamiento para la enfermedad celíaca es la dieta libre de gluten de por vida. Esta es la única manera de permitir la recuperación de las vellosidades intestinales. Los alimentos, bebidas y medicamentos que contienen trigo, centeno, cebada y posiblemente avena, se deben eliminar por completo de la alimentación. La persona que siga una dieta estricta puede llevar una vida larga y saludable, a menos que se haya presentado un daño permanente antes del diagnóstico. Debido a que la causa exacta se desconoce, no hay forma de evitar el desarrollo de esta afección. Sin embargo, el conocimiento de algunos factores de riesgo, como es el caso de un familiar que sufra este trastorno, puede aumentar las probabilidades de obtener un diagnóstico y tratamiento temprano.
Dependiendo del grado del daño intestinal antes del diagnóstico, el mejoramiento en los síntomas puede variar en duración una vez que comienza el tratamiento. La dieta libre de gluten se debe seguir cuidadosa y continuamente. Cuando esta enfermedad se deja sin tratamiento puede causar complicaciones como infertilidad, aborto, osteoporosis, fracturas, ciertos tipos de cáncer intestinal u otros trastornos autoinmunes.
En la actualidad se dispone de exámenes de sangre que son muy sensibles y específicos para el diagnóstico de esta enfermedad. Por ser tan sencillos y poco molestos, son de gran utilidad cuando existe la sospecha clínica de esta afección, para así tratarla sin tardanza. El diagnóstico definitivo se basa en la biopsia de intestino delgado, que se practica mediante una endoscopía digestiva alta habitual. Este examen es de uso rutinario y muy poco molesto con los avances que se tienen hoy en día.
Desde pequeños nos acostumbramos a escuchar de la importancia de la leche y el calcio para el fortalecimiento de huesos y dientes. Sin embargo, una parte creciente de la población tiene restringido el consumo de productos lácteos, pues sufren de intolerancia a la lactosa, un mal que cada vez padecen más chilenos y que incluso está apareciendo a edades más tempranas. Aunque los adultos son más propensos a sufrirla, en los niños se ve un ascenso propio de los países desarrollados.
La intolerancia a la lactosa es la incapacidad del organismo para digerir este carbohidrato de la leche. Esto se produce por la insuficiencia de lactasa, enzima responsable de la degradación de la lactosa.
Síntomas
Los síntomas son variables, pueden ir desde dolores por distensión abdominal hasta diarrea. También puede provocar náuseas y flatulencia.
Tratamiento
Quienes sufren de esta patología deben evitar los productos lácteos, como el queso, mantequilla, yogurt, postres, helados que incluyan leche, entre otros. También quedan excluidos todos los alimentos y bebidas que en su preparación llevan leche, como el puré e incluso algunos medicamentos. Los productos sin lactosa que el mercado ha lanzado son buenas alternativas para suplir los nutrientes y las propiedades de este alimento.
Diagnóstico
Para su diagnóstico existen variados exámenes, el más avanzado es el Test de Hidrógeno Expirado, que mide el aumento de hidrógeno en la respiración que se produciría tras la ingesta de lactosa que no puede ser degradada por falta de lactasa. También se puede constatar con un estudio del pH y de cuerpos reductores en las deposiciones. Sin embargo, muchas veces lo único que permite el diagnóstico es la prueba y contraprueba con leche con y sin lactosa.
Como país en desarrollo, es muy probable que aumente la incidencia de intolerancia a la lactosa, por lo que se hace necesario que ingrese a Chile la enzima lactasa en formato comercial. Al ingerirla se podrá dejar de restringir los alimentos lácteos, lo que permitirá tener una mejor calidad de vida. No obstante, en la actualidad existen numerosos productos sin lactosa disponibles en el mercado.
El azúcar es una de las sustancias más utilizadas para endulzar alimentos y bebidas. Sin embargo, hay personas que no pueden consumir este hidrato de carbono, debido a que tienen intolerancia a la glucosa o deben controlar su peso. Para ellos, los sustitutos del azúcar son una solución eficiente y segura para endulzar sus comidas.
Gracias a los edulcorantes artificiales, es posible reducir 80 calorías en una taza de café y 192 en una bebida. Desde la sacarina hasta la sucralosa, la principal característica de estos productos es endulzar sin aportar calorías. A nivel del organismo, estas sustancias no son percibidas como calóricas, por lo que no provocan un aumento en la masa corporal.
A continuación, le informamos sobre las principales características de cada producto.
Sacarina
Es el producto más antiguo del mercado, el cual ha sido utilizado desde principios del siglo XX. Su fabricación se realiza a partir de una sustancia derivada del carbón mineral.
Sus propiedades le permiten endulzar hasta 200 veces más que el azúcar, pero puede dejar un gusto amargo, sobre todo si se usa en grandes concentraciones.
Por otra parte, la sacarina es una sustancia termosensible. Es decir, pierde sus propiedades cuando es sometida a mucho calor, por lo que no se aconseja su uso en la preparación de alimentos horneados.
Aspartame
Este endulzante se usa en alimentos y bebidas en más de 100 países alrededor de todo el mundo, y es aproximadamente 200 veces más dulce que el azúcar.
Debido a su proceso de producción, el aspartame no puede ser consumido por personas que padecen fenilcetonuria. Esta condición consiste en una intolerancia a un aminoácido llamado fenilalanina, que está contenido en el aspartame.
Al igual que la sacarina, reacciona ante el calor. Por esta razón, los alimentos preparados con aspartame pueden perder dulzor al ser sometidos a altas temperaturas.
Sucralosa
Es el más natural de los edulcorantes, porque se obtiene de la sacarosa, una molécula del azúcar. Esta condición hace que la sucralosa no tenga contraindicaciones y pueda ser consumida por todas las personas. Este producto es muy estable, por lo que resiste muy bien las temperaturas extremas, siendo ideal para preparaciones horneadas.
El poder endulzante de la sucralosa llega a ser 600 veces al del azúcar.
La obesidad es una enfermedad crónica que puede traer consecuencias importantes en la salud. Se relaciona con intolerancia a la glucosa, diabetes, enfermedades cardiovasculares, síndrome de ovario poliquístico, cáncer, hipertensión, entre otras patologías.
Por lo mismo, Clínica Santa María ha desarrollado un Programa de Obesidad que acoge a todas aquellas personas con sobrepeso que presenten un índice de masa corporal (IMC) por sobre los 25.
Este programa está diseñado para niños, adolescentes y adultos. También se pueden unir a este plan mujeres durante su embarazo y en su periodo de post parto y es de gran importancia para pacientes diabéticos.
El objetivo más importante de nuestros programas es educar y cambiar hábitos de alimentación. Es fundamental este punto debido a que es necesario aprender a comer sano tanto en calidad como cantidad. Además, está demostrado que el ejercicio físico es fundamental para mantener el peso adecuado.
El plan dura cuatro meses y la efectividad es cercana a un 90%. El porcentaje que falla depende mayoritariamente de circunstancias agregadas, como problemas secundarios del paciente para asistir a los controles, a la gimnasia o no seguir las indicaciones de los profesionales.
Los problemas que se pueden presentar, en general, no tienen relación con el desarrollo del programa. En algunas ocasiones los pacientes presentan enfermedades comunes de cualquier persona como puede ser un resfrío o una fractura, lo que puede llegar a atrasar el término del plan. Además, se han visto casos de pacientes que no se saben adecuar al tiempo que requiere el programa para cambiar los hábitos.
Para ingresar al programa se debe consultar a un Endocrinólogo de Clínica Santa María. Una vez comenzado, la primera sesión es con un Kinesiólogo, quien crea un plan de gimnasia personalizada. La actividad física se hará en 36 sesiones de 45 minutos cada una, tres veces a la semana en el gimnasio de Clínica Santa María. Para atender las necesidades específicas de cada paciente, contamos con profesores de educación física altamente preparados.
También se hace un control con un nutricionista que evalúa a cada paciente y mide los niveles de agua, grasa y musculatura en el cuerpo. Luego le entrega una pauta de alimentación y lo examina cada 15 días. En esta misma etapa, se cita a sesiones grupales con otras personas que compartan el mismo problema de obesidad.
Pero eso no es todo, pues el apoyo psicológico es fundamental dentro del programa. La gran mayoría los pacientes come por ansiedad, es por ello que es vital que aprendan a manejar y controlar sus emociones y a entender el motivo de éstas. Todo lo anterior se combina con el uso de medicamentos de acuerdo a las necesidades de cada paciente.
Para mayor información sobre el Programa de Obesidad para Adultos contactarse con programaobesidad@clinicasantamaria.cl
Dr. Ricardo Silva
Extractado del libro El Niño Enfermo y sus Cuidados
La obesidad se define como el aumento de peso que se relaciona con un incremento de la grasa corporal. Esta subida debe relacionarse con la edad en el caso de niños menores de dos años y con la talla en los mayores de esa edad.
Se considera una enfermedad crónica y no transmisible. Es un problema que está adquiriendo características de epidemia, sobre todo en las sociedades en desarrollo. Se asocia a cambios en el estilo de vida (dieta rica en alimentos de alto contenido calórico y disminución de la actividad física) y siempre implica un balance energético positivo.
Estudios publicados demuestran hasta un 40% de sobrepeso u obesidad en niños en edad escolar. En ellos hay mayor riesgo de persistencia de la enfermedad hasta la edad adulta, especialmente en aquellos en que la obesidad es más severa, cuando alguno de los padres es obeso o cuando la edad en que el niño tiene sobrepeso es mayor. Es así como un 69% de los pequeños con obesidad entre seis y nueve años también lo serán en la adultez, cifra que aumenta a un 83% en casos de niños con obesidad entre los 10 y 14 años.
Dada la precocidad en el inicio de esta enfermedad, se ha observado que a lo menos uno de los siguientes factores de riesgo cardiovascular: presión alta, colesterol elevado o resistencia a la insulina, se pueden encontrar hasta en el 50% de los pequeños obesos entre los cinco y 10 años de edad.
La gran mayoría de los niños son obesos porque comen más de lo que necesitan para la actividad física que realizan. Es lo que se conoce como obesidad nutricional simple. Solo el 1% tendría alguna causa específica como desorden genético, trastornos hormonales (hipotiroidismo, aumento de los niveles de cortisol) o uso de medicamentos.
El diagnóstico se hace pesando y midiendo al paciente y luego comparando los valores obtenidos con tablas según edad y sexo. Se debe hacer un interrogatorio cuidadoso de hábitos alimentarios, actividad física, tiempo de evolución de la enfermedad y los problemas que está provocando.
Además, es necesario hacer un examen físico completo buscando presión arterial elevada, estrías, acantosis nigricans (coloración oscura de la piel, fundamentalmente en el cuello, axilas y parte interna de los muslos) y eventuales hallazgos que orienten a un problema genético u hormonal como causa.
Una vez establecido el diagnóstico y dependiendo de la severidad de la obesidad, se tomarán exámenes para estudiar el funcionamiento de la glándula tiroides, evaluar los niveles de glicemia, de la hormona que los regula (insulina) basales y/o después de carga de glucosa y niveles de grasas en la sangre (colesterol, tipo de éste y triglicéridos).
Éste se encamina a lograr un cambio en el estilo de vida del paciente, con lo cual se pretende lograr una mejoría en la relación peso-talla. Se sabe que la disminución entre un 5 y un 15% de la relación peso-estatura ya aporta beneficios a la persona. Para conseguir este objetivo hay que disminuir la ingesta y aumentar la actividad física, y para lograrlo se requiere el compromiso de la familia y de los encargados de la alimentación del niño, que muchas veces es alguien externo (la nana).
También se dan indicaciones generales como por ejemplo:
- Mantener horarios de alimentación.
- Usar siempre el comedor o comedor de diario para comer.
- No llevar comida a las habitaciones.
- No comer acostado ni viendo televisión.
- Crear un ambiente grato a la hora de alimentarse.
- No dar dinero a los niños para que lleven al colegio, para así evitar que compren golosinas.
- Mandar siempre colaciones saludables, principalmente fruta en vez de alimentos procesados.
Si se encuentra alguna alteración hormonal es necesario, aparte de los cambios en el estilo de vida, agregar un tratamiento para la enfermedad específica (hormonas tiroideas en el hipotiroidismo y, eventualmente, medicamentos para tratar niveles altos de insulina). No se utilizan inhibidores del apetito en Pediatría.
Si no hay una adecuada respuesta a las indicaciones de alimentación básica inicial y a las medidas generales, los padres del niño deben ser asesorados por un equipo multidisciplinario compuesto por:
- Una nutricionista, quien mediante un interrogatorio dirigido va a determinar los errores en los horarios y en el tipo de alimentación que el niño recibe.
- Un psicólogo, que ayudará en el manejo de la ansiedad, autoestima y para reforzar el cambio de conducta.
- Idealmente un profesional en educación física o similar que controle y ayude de manera individualizada a cada paciente.
Dependerá de lo comprometido que esté el niño y sobre todo del compromiso de los adultos responsables de cumplir las indicaciones dadas por el equipo médico. También es importante la mantención de las indicaciones en el tiempo, ya que debe mantenerse el cambio de conducta para evitar recaídas, que en esta condición son frecuentes.
Al llegar a la tercera edad el organismo experimenta una serie de cambios, los cuales sumados a la disminución de actividad física y otras enfermedades propias de la edad, influyen y alteran los hábitos alimenticios.
Las demandas energéticas para realizar funciones básicas como respirar, bombear el corazón, etc. comienzan a disminuir un 5% cada década. De esta manera, si las personas mantienen los mismos hábitos alimenticios a los 40, 50 y 60 años la tendencia será a subir de peso, por lo que se debe tomar conciencia de esto y preocuparse de la dieta con anterioridad.
A esto se suma la disminución de la masa muscular y el aumento de la cantidad de grasa, además de sufrir alteraciones en su distribución concentrándose principalmente en la zona abdominal.
Conforme va avanzando la edad comienzan a aparecer una serie de otros trastornos que también alteran la nutrición de las personas. Entre ellos destaca la pérdida de dentadura.
Como tienen menos piezas dentales o ya utilizan prótesis dentarias no pueden comer cosas de consistencia muy dura, por lo que se recomienda prepararles alimentos blandos o triturados en forma de puré o papillas. Las sopas son también una muy buena opción.
Por otro lado, se recomienda evitar las frituras en la preparación de las comidas, sobre todo porque los adultos mayores suelen tener un colesterol alto. Es preferible, hornear, hervir o cocinar a la plancha los alimentos.
Los sentidos como la vista, el oído y el olfato también sufren ciertos cambios, pero el gusto es el más perjudicado producto de una atrofia en las papilas gustativas. Es necesario una buena presentación de los alimentos y el uso de especies y saborizantes para realzar el sabor de las comidas.
Disminuyen también las secreciones gástricas, la saliva, todo lo referente a los conductos internos del tubo digestivo, lo que hace importante evitar los alimentos irritantes y comer, en porciones pequeñas, tres a cuatro veces al día, para evitar la aparición de gastritis.
Si bien todas estas alteraciones metabólicas son propias de la vejez, hay que tener en consideración que cada persona y cada caso es único y debe ser tratado con la ayuda de médicos y profesionales de la nutrición.
En vista de que con la edad disminuye la movilidad intestinal, es importante añadir fibras en la dieta, como productos integrales y cereales. Se recomienda también el consumo frecuente de frutas y hortalizas que sean coléricas, es decir, que ayuden a eliminar la sal y favorezcan la producción de bilis, como es el caso de la alcachofa, el rabanito, la endibia, la berenjena, el níspero, la frutilla y el plátano.
Las carnes rojas se recomiendan una a dos veces por semana, ya que aportan proteínas. Las frutas debieran ser tres porciones diarias, el pan sólo al desayuno y la once, de preferencia disminuir lo más posible el consumo de sal y azúcar. La deshidratación es un mal frecuente a esta edad, por lo que hay que preocuparse de tomar mucho líquido.
Producto de la disminución del calcio se producen varios problemas óseos, por lo que se requiere un consumo constante de lácteos (yogurt, leche, queso, quesillo, entre otros).
El estado de ánimo influye directamente en la alimentación y en esta etapa de la vida la depresión, la soledad y el aislamiento social pueden llevar a los abuelos a no comer y a desnutrirse. Por otro lado, quienes sufren enfermedades como el Alzehimer, Parkinson y demencia senil también influyen en la nutrición, ya que muchas veces no se acuerdan que ya comieron y lo hacen dos veces, o simplemente no son capaces de alimentarse por sí solos.