En la actualidad, se tiende a pensar que muchos niños tienen problemas de concentración o hiperactividad asociados a este trastorno. Sin embargo, no más del 5% de la población escolar lo presenta y el resto tiene un comportamiento normal para su edad o presenta complicaciones de otro tipo.
Niños que no logran concentrarse en clases, que molestan a sus compañeros o que no sociabilizan en el recreo, son algunas de las situaciones que a diario se viven en una sala y que, en muchos casos, se tratan con remedios o tratamientos que no son los adecuados. “Hoy en día un gran porcentaje de menores son diagnosticados con déficit atencional cuando en realidad, sufren otro tipo de problemas, los cuales pueden ser más o menos graves”, explica el Dr. Felipe Giacaman, neurólogo infantojuvenil de Clínica Santa María.
“Esto se debe principalmente a un error en el diagnóstico, donde en la mayoría de los casos se prefiere recetar una pastilla y terminar con la complicación, lo que es erróneo”, añade el especialista.
En un curso de 30 alumnos, no más de 1 o 2 niños sufren déficit atencional con o sin hiperactividad, mientras que el resto tiene comportamientos que se enmarcan dentro de una variante estándar del desarrollo o presentan conductas disruptivas como trastornos de ánimo, de aprendizaje o del desarrollo emocional, depresión, bipolaridad o -lo que es muy común- disfunciones familiares como abandono o falta de normas.
A pesar de que el déficit atencional afecta a un porcentaje menor de niños, es importante que los padres estén atentos al posible desarrollo de éste, ya que puede presentarse desde edades muy tempranas, incluso en la sala cuna. “Hay muchos que no quieren escuchar que sus hijos tienen una dificultad y se niegan a llevarlos a terapia, consultando muy tarde y afectando el pronóstico”, agrega.
Para esto, es importante que los papás pongan atención a cómo está el niño, cuál es su comportamiento en la casa y en el colegio, ver si está contento, si tiene amigos, analizar sus notas y tener entrevistas con los profesores. “También es fundamental preocuparse de sus hábitos de estudio, sueño, alimentación y el relacionamiento con sus pares”, explica el neurólogo.
En cuanto a los escolares que son más propensos a tener este tipo de trastornos, siempre van a ser aquellos que tienen una carga genética relacionada y cuyos padres tienen enfermedades mentales, ya sea heredadas o como resultado del ambiente que los rodea. “Sin embargo, aquellos que no cuentan con antecedentes, muchas veces también van a sufrir este tipo de patologías”, manifiesta el médico.
En cuanto al tratamiento y manejo tanto del déficit atencional como de otros tipos de problemas de comportamiento, el doctor asegura que la mayoría se resuelve con un buen diagnóstico, la colaboración del colegio y, en la mayor parte de los casos, con un grupo de profesionales como psicopedagogos, terapeutas ocupacionales, psicólogos, neurólogos y psiquiatras en casos necesarios. “Sin embargo, no hay un tipo de paciente, familia o patología, cada menor es distinto y el enfoque debe ser personalizado”, finaliza el especialista de Clínica Santa María.
Con la colaboración de: Dr. Felipe Giacaman, neurólogo infantojuvenil de Clínica Santa María.