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Trasplante de riñón

Recibir vida

Publicado el 14/12/2011

En Chile se realizan un promedio de 258 trasplantes al año, la mayoría con excelentes resultados y contribuyendo a mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes.

El riñón es uno de los órganos más importantes del cuerpo humano, ya que realiza tareas muy complejas y esenciales para su funcionamiento. Algunas de ellas son, por ejemplo, mantener en proporción los niveles de líquido y químicos en la sangre, lo que se conoce como equilibrio hidroelectrolítico. Además es el responsable de la creación de la orina y de eliminar a través de ella los desechos del organismo. Está presente también en la regulación de la presión arterial y en la producción de las hormonas encargadas de la formación de los glóbulos rojos, entre otras importantes funciones.

Es por esto que cualquier déficit en su actividad trae problemas que pueden ser fatales para quien los padece. Cuando existe un daño renal crónico avanzado, el trasplante es la mejor alternativa, sin embargo, también existen otras terapias de reemplazo renal, como lo son la hemodiálisis y la diálisis peritoneal, e idealmente deberían extenderse sólo hasta que se haga la cirugía de trasplante en caso de ser ésta posible. La indicación de estos procedimientos se basa en la medición de la función renal a través de exámenes de sangre y orina que determinan cuánto es el depuramiento renal y si se refleja un estado avanzado de daño renal, se deberán iniciar las terapias de sustitución, ya sean diálisis o trasplante.

Uno de los primeros síntomas de una falla renal que recién empieza es la necesidad de orinar en la noche. Puede también existir el antecedente de orina de un color más oscuro, que puede reflejar la presencia de sangre en la orina, o a veces hay una disminución en la cantidad evacuada como también la presencia de espuma, lo que significa que hay una pérdida anormal de proteínas por la orina. Si se presenta alguno de estos síntomas se debe consultar a un especialista para ser evaluado. 

Cuando el riñón se encuentra en un estado de daño avanzado, las señales del cuerpo son principalmente la inapetencia, nauseas o vómitos, lo que puede venir acompañado de cansancio y anemia progresiva. Además el color de la piel se torna pálido-amarillento, suele existir sequedad y en ocasiones picazón. Puede haber alza de presión arterial que a veces es poco sintomática y en otros casos presentar dolor de cabeza. Cuando la situación empeora más aun, puede aparecer falta de aire en la noche, tos nocturna e hinchazón de extremidades. 

Bajo estas circunstancias la mayoría de las veces los pacientes ingresan a diálisis y luego, si son susceptibles de ser trasplantados y después de haber sido sometidos a un completo estudio previo al trasplante, ingresan a una lista de espera nacional para recibir un nuevo órgano, aunque en ocasiones, cuando existe la fortuna de contar con un donante vivo, se puede optar por la cirugía en forma anticipada, lo que es aún mejor para el paciente, pues el promedio de espera para donante cadavérico es de dos a tres años. “El trasplante es siempre la mejor terapia, porque mejora tanto las condiciones como la cantidad de años de vida”, comenta Silvana Morales, Enfermera Coordinadora de la Unidad de Trasplantes.

Para esto, Clínica Santa María cuenta con un equipo médico y profesional de primer nivel formado tanto por Nefrólogos como Cirujanos, los que están a cargo de evaluar a cada persona y proceder con cada tratamiento. El sistema de trabajo es en equipo, resguardando siempre la seguridad del paciente y procurando tomar las mejores decisiones para su óptima recuperación. Una vez realizada la operación, el individuo queda bajo observación durante un tiempo significativo, manteniendo siempre el contacto con el equipo, que está siempre disponible ante cualquier emergencia.

El órgano trasplantado puede provenir de dos fuentes distintas, la primera y que tiene mejores resultados, es que sea de donante vivo emparentado, como padre, madre, hermanos o primos. También puede ser de un familiar no consanguíneo, como un cónyuge. La segunda posibilidad, es que sea de algún paciente que fallece con muerte encefálica y que cumpla con las condiciones para ser considerado como un posible donante. Esto se realiza siempre después de haberse confirmado la muerte encefálica por tres médicos distintos y que la familia acceda a la donación de órganos. 

Una vez ocurrida la donación se hacen los estudios del donante en el Instituto de Salud Pública, donde existe una lista única nacional. Allí se compara la compatibilidad del donante con la de todos los pacientes en la lista de espera y se elige el más compatible, siempre que sea también de un grupo sanguíneo afín. Una vez seleccionado al paciente, a través de este sistema que es absolutamente trasparente y que guarda cuidadosamente la equidad, se informa a los equipos de trasplantes. Una vez acabado el procedimiento de implantación, el riñón ya está en condiciones de funcionar y frecuentemente lo hace de inmediato, pero cuando no es así el paciente debe seguir apoyado con diálisis por algunos días. 

La persona trasplantada mejora significativamente su calidad de vida luego de la cirugía. Uno de los puntos más importantes es que no tiene que depender de la diálisis tres veces a la semana, ya que el nuevo riñón cumple todas las funciones, lo que es esencial para la recuperación. “El trasplante renal, así como los de otro tipo, como por ejemplo corazón, pueden llegar a salvar muchas vidas. Por esta razón es importante fomentar la donación de órganos y dar a conocer en el núcleo familiar la opinión que tenemos sobre este tema”, asegura Silvana Morales.

Cuidados

Con el fin de evitar que el cuerpo rechace el trasplante, casi todos los receptores tienen que tomar medicamentos inmunosupresores que inhiben la respuesta inmune del organismo, los que deben ser ingeridos por el resto de la vida. Esto los hace más propensos a contraer infecciones, por lo que deben tener un mayor cuidado en sus actividades diarias, como comer todo cocido durante los primeros tres meses y ocupar guantes y mascarillas si hay algún riesgos de contagio.

Un paciente trasplantado puede hacer una vida casi normal inmediatamente después de la cirugía. Sin embargo, debe ser más cuidadoso los tres primeros meses, tiempo en que el equipo médico estará muy cerca de él, pues requerirá controles estrictos y exámenes para adecuar las dosificaciones de sus drogas. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo éstos se hacen en espacios de tiempo cada vez más distantes.

Con la colaboración de Dra. Jacquelina Pefaur, Médico Coordinador de la Unidad de Transplante y Silvana Morales, Enfermera Coordinadora.