Convulsiones febriles
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Las convulsiones febriles son crisis que pueden ocurrir cuando el niño tiene fiebre e infecciones (excepto infecciones del sistema nervioso central) o alguna patología viral. La mayoría de las convulsiones febriles ocurre en las primeras 24 horas de una enfermedad. Se presentan en un 2-5% de la población infantil de entre 6 meses a 5 años de edad.
Se clasifican en:
a) Simples: generalmente tienen una duración menor a 5 minutos.
b) Complejas: son crisis focales, con una duración mayor a 15 minutos y se presentan más de una vez en 24 horas.
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Tienen un riesgo bajo de desarrollar epilepsia y el riesgo de recurrencia disminuye con la edad.
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En el menor de 1 año, especialmente frente a una primera crisis, se debe tener en cuenta la posibilidad de una infección del sistema nervioso.
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El tratamiento depende de la edad, numero de recurrencias, tipo de crisis, antecedentes familiares y la presencia o ausencia de daño neurológico.
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El tipo de tratamiento es profiláctico diario con antiepilépticos o intermitente en caso de crisis.
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Lo más importante ante la presencia de estos casos es la educación a la familia y manejo de la fiebre.
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Cefalea
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Es un síntoma frecuente en la edad infantil.
Tipos
1) Cefalea aguda: el diagnóstico más probable es un cuadro infeccioso, especialmente en presencia de fiebre. En caso de episodio de instalación súbita, intenso o en presencia de signos neurológicos focales, se descarta un accidente vascular encefálico.
2) Cefalea aguda recurrente: el diagnóstico más probable es migraña o jaqueca.
- Dolor intenso, predominio frontal, lateralizado, asociado a fotofobia, algiacusia, vómitos y dolor abdominal.
- Cede con reposo, sueño y analgésicos.
- Más frecuente en adolescentes y comúnmente con antecedente familiares.
- A veces presencia de aura y signos neurológicos.
- El tratamiento y estudio depende de la frecuencia, intensidad o presencia de signos neurológicos focales.
- Se deben estudiar distintos gatillantes.
3) Cefalea crónica:
a) Cefalea crónica progresiva: lenta instalación, progresiva en intensidad y frecuencia, holocránea o localizada, despierta en la noche, asociada a vómitos y especialmente, en presencia de signos neurológicos, obliga a descartar un cuadro de origen orgánico, por ejemplo, un tumor. Se debe tener presente el diagnóstico en lactantes irritables con vómitos, especialmente si la circunferencia craneal aumenta más de lo normal en controles o fontanela abombada.
b) Cefalea crónica no progresiva: la localización más frecuente es occipital o en cintillo. No se asocia a otros síntomas, ni repercute en estado general. Se relaciona a situaciones de estrés. Se recomienda valorar junto a un equipo de Salud Mental.
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Epilepsia
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- La epilepsia afecta al 1-2 % de la población mundial y se define como una afección neurológica crónica, caracterizada por crisis recurrentes debidas a una descarga excesiva de las neuronas cerebrales.
- Tanto sus causas como el impacto en la calidad de vida de los pacientes que la padecen, son variadas.
- Su presentación es diversa dependiendo del tipo de crisis, pudiendo observarse desde una “desconexión” hasta episodios de sacudidas violentas de todo el cuerpo.
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Trastornos del lenguaje
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- Es un motivo frecuente de consulta. Lo más importante es la labor del pediatra que debe diagnosticar prontamente el retraso de lenguaje, ya que debe referirse precozmente.
- Es indispensable conocer las etapas en el desarrollo del lenguaje del menor.
- Mitos: “no habla porque es regalón”, primer hijo, sexo maculino, “en mi familia todos hablaron después de los 4 años”, etc.
- Se debe valorar desarrollo de otras áreas: Social, cognitiva, motora, sensorial.
- El pronóstico y estudio en función de diagnóstico probable, diagnóstico diferencial, incluye: sordera, trastornos del espectro autista, epilepsia, retraso mental, trastornos del lenguaje (mixtos o expresivos), etc.
- El diagnóstico debe ser precoz, ya que influye directamente en el pronóstico y riesgo de secuelas, especialmente trastornos de aprendizaje.
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Trastornos del espectro autista (TEA)
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Trastornos del sueño
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Se estima que un 30% de la población presenta algún tipo de trastorno del sueño y los niños no están ajenos a ello, ya que desde etapas muy tempranas de la vida hasta la adolescencia se pueden manifestar, impactando en forma negativa en diversos aspectos del neurodesarrollo, tales como el aprendizaje, desarrollo psicomotor, estado anímico, entre otros.
Dado este impacto, se recomienda una detección temprana de estos problemas para realizar las intervenciones diagnósticas y terapéuticas, evitando así el impacto negativo sobre el niño y la armonía familiar.
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Trastorno de déficit atencional (TDA)
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El TDA corresponde a uno de los trastornos neuro-conductuales más comunes en la infancia, llegando a afectar a no menos de un 10% de la población escolar, con el consiguiente impacto sobre el aprendizaje, la autoestima y su desarrollo sicológico y social.
Es imprescindible realizar un correcto y oportuno diagnóstico que permita instaurar la modalidad de tratamiento acorde a cada caso evitando así las complicaciones en el área académica, social y personal del niño.
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Traumatismo encéfalo craneano (TEC)
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Se define TEC como el intercambio brusco de energía mecánica que genera deterioro funcional y/o físico del encéfalo.
En los niños, el TEC constituye alrededor del 3% de las consultas anuales en los servicios de urgencia teniendo dos peaks etarios de frecuencia: Lactantes y adolescentes. El 70% de los casos corresponden a TEC leves.
Posterior a un traumatismo es importante consultar frente a los siguientes síntomas: compromiso de conciencia, amnesia post traumática, vértigos, mareos y/o dolor de cabeza persistentes posterior al trauma. En los lactantes también se debe considerar la inmovilidad y la palidez.
El diagnóstico se basa en la clínica y en estudios de apoyo diagnóstico, siendo la TAC (tomografía axial computada) de cerebro el examen complementario de elección.
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Enfermedades neuromusculares
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Las enfermedades neuromusculares son todas aquellas patologías hereditarias o adquiridas que afectan a cualquier estructura ubicada entre la médula espinal y el músculo.
Son entidades poco frecuentes en la edad pediátrica y su forma de presentación es muy variable. Sin embargo, se deben sospechar siempre frente a los siguientes síntomas/signos: Hipotonía en el recién nacido, retraso en el desarrollo psicomotor (por ejemplo, retraso en la adquisición de la marcha), caídas frecuentes, alteraciones de la marcha, trastornos de succión-deglución, trastornos ortopédicos (pie bot, escoliosis, etc.), calambres, dolor muscular y/o intolerancia al ejercicio, etc.
El tratamiento es variable y depende de cada patología en particular.
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