Es una glándula del sistema reproductivo masculino. Se ubica debajo de la vejiga y sobre el recto y tiene aproximadamente el tamaño de una nuez. Rodea una porción de la uretra y su función es producir parte del semen. Conoce las patologías que la afectan con mayor frecuencia.
Prostatitis: Es la inflamación de la próstata, aguda o crónica, y puede tener origen infeccioso (por bacterias o gérmenes), por traumatismos, reflujo de orina y uso de distintos medicamentos. Se caracteriza por dolor perineal, sensación de ocupación y molestias para orinar, así como aumento en la frecuencia miccional. Habitualmente provoca la elevación del antígeno prostático. Tiene tratamiento específico para aliviar la sintomatología, sin embargo, cuando la causa es infecciosa, produce un cuadro grave que requiere tratamiento inmediato y hospitalización, en la mayoría de los casos.
Patología infecciosa urinaria secundaria a la próstata: Cuando la próstata crece o se inflama produce un mal vaciamiento de la vejiga, en la que se mantiene un residuo de orina que puede infectarse, provocando fiebre, hematuria (sangre en la orina), aumento de la frecuencia miccional y dolor al orinar. Estas infecciones vesicales secundarias pueden producir orquitis (inflamación de los testículos) con dolor, fiebre y aumento de volumen testicular, síntomas que obligan a estudiar y descartar problemas a la próstata.
Hiperplasia prostática benigna (HPB): Es el crecimiento no canceroso de la próstata, comprimiendo la uretra y dificultando la micción. Es común en hombres mayores y produce síntomas paulatinos y progresivos, como sensación de no vaciar la vejiga, orinar durante el día y la noche con mayor frecuencia, y tener flujo urinario débil. Por eso, es necesaria la evaluación de un especialista y realizar exámenes como antígeno prostático específico (APE), tacto rectal y ecografía. En la mayoría de los casos no requiere tratamiento, sí es necesario cuando las molestias son severas, comprometen la calidad de vida del paciente o han afectado la vía urinaria. Existen diferentes alternativas médicas y quirúrgicas. Entre estas últimas, destaca el uso de láser, que entrega buenos resultados funcionales y permite una reintegración precoz a las actividades de rutina.
Cáncer de próstata: Es un tipo común de cáncer entre hombres mayores de 50 años. Cuando está localizado (sin metástasis) no presenta síntomas, por lo que la detección se realiza con el APE y tacto rectal. Cuando existe la sospecha de cáncer, el médico realiza una biopsia en forma ambulatoria. Una vez detectada la enfermedad, se llevan a cabo otros exámenes para determinar si las células se han diseminado a los tejidos circundantes o a otras partes del cuerpo. La necesidad de pruebas complementarias (scanner o cintigrama óseo) dependen del valor del APE al momento del diagnóstico y del grado de agresividad del tumor (Gleason).
El tipo de tratamiento, así como el pronóstico y la recuperación, dependen de la etapa del cáncer, valor del APE, agresividad del tumor y características del enfermo, como edad y otras patologías. Las opciones son: Seguimiento activo y observación de tumores poco agresivos, terapia hormonal, braquiterapia, quimioterapia y cirugía para extirpar el tumor, clásica o robótica.
La recomendación es que todos los hombres sean evaluados por un urólogo y se realicen el APE a partir de los 50 años. Se aconseja desde los 40 si existen antecedentes familiares de cáncer de próstata.
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Con la colaboración de: Dr. Alfredo Velasco, médico jefe Urología de Clínica Santa María.