El acompañamiento de un equipo multidisciplinario y especializado en niños con diabetes fue lo que marcó la diferencia para Ignacio y su familia. La bomba de insulina cambió sus vidas y hoy no se imaginan sin ella.
Ignacio Contreras tenía un año y cinco meses cuando fue diagnosticado con diabetes tipo 1. Sus padres, Lilian y Juan Guillermo, estaban preocupados porque siempre tenía sed y tomaba mucha agua. Decidieron llevarlo a su pediatra, quien le ordenó la toma de algunos exámenes de forma preventiva, pues nada más indicaba que pudiese estar enfermo.
Los padres, al revisar los resultados de las pruebas supieron de inmediato que algo andaba mal, luego recibieron el llamado de la doctora, quien les pidió que se dirigieran al centro de salud donde Ignacio se atendía en ese tiempo, les aseguró que quedaría hospitalizado y les dijo que no le dieran nada para comer. Al llegar le tomaron la glicemia, luego varios exámenes y a la 1:00 de la madrugada el diagnóstico ya estaba confirmado.
El menor fue trasladado rápidamente en ambulancia a Clínica Santa María, pues donde estaba no tenían un equipo multidisciplinario para tratar una diabetes en niños tan pequeños. “A primera hora ya tenía una psicóloga en la pieza, luego una nutricionista, los doctores y enfermeras estuvieron desde el primer momento, incluso fueron a visitarnos unos padres que tenían un hijo con el mismo diagnóstico de Ignacio”, recuerda Lilian.
Por cinco días estuvo hospitalizado, tiempo en el cual el especializado equipo capacitó a los padres en los cuidados que debían tener desde ese momento en adelante. Les enseñaron cómo alimentarlo y a inyectarle insulina, debían hacerlo cada vez que comía.
Ignacio cumplía con los requisitos para ser beneficiario de una bomba de insulina por la Ley Ricarte Soto y la Dra. Francisca Riera, endocrinóloga pediatra de la Clínica, les recomendó a Lilian y Juan Guillermo que consideraran como alternativa este pequeño equipo que administra insulina de manera continua al organismo mediante un catéter.
“Esta tecnología te permite ver las glicemias en tiempo real, entrega dosis ajustadas para niños pequeños, suspende la insulina de forma automática antes de llegar a una hipoglicemia, son muchas las ventajas de este tratamiento. Además, funciona muy bien en pacientes como Ignacio que tienen glicemias muy inestables”, asegura la especialista.
Al principio los padres dudaron, sentían que se manejaban bien con las inyecciones y además él estaba acostumbrado. “Finalmente nos decidimos por hacerlo y nos cambió la vida, tenemos más libertad nosotros, pero aún más importante, la tiene Ignacio”, destaca Lilian.
Actualmente el niño tiene 3 años y cuatro meses, lleva una vida normal, es muy inquieto, siempre está contento y va al jardín como cualquier menor de su edad.
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“Cuando te entregan el diagnóstico no sabes nada de esta enfermedad, por eso el proceso educativo es tan importante y en la clínica se portaron excelente todos los días y a cualquier hora”, afirma Lilian.
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El Centro Médico Endocrinológico de Clínica Santa María es referente a nivel nacional en el diagnóstico y tratamiento de diabetes, cuenta con un equipo experto con vasta experiencia en el tratamiento y educación para el mejor manejo de los pacientes con esta enfermedad.
Además, ha entregado gracias a la Ley Ricarte Soto 62 bombas de insulina a pacientes adultos y pediátricos provenientes de distintas partes del país.
