Las variaciones en la temperatura entre una estación y otra hacen que la piel altere su estado, tanto a nivel de humectación como de nutrición. Si la cuidas durante todo el año podrás mantenerla saludable, evitar infecciones, prevenir la aparición de arrugas, signos de envejecimiento prematuro y enfermedades como cáncer a la piel.
Las estaciones asociadas a bajas temperaturas provocan resecamiento de zonas más expuestas como labios, rostro y manos. Esto ocurre porque el viento hace que se evapore el agua, dañando la capa córnea más superficial de la piel. En consecuencia, ésta se deshidrata y aumenta la posibilidad de aparición de arrugas.
La primavera y verano -que se asocian a altas temperaturas-, son estaciones de mucha exposición solar, por lo que es necesario cuidar la piel para evitar insolaciones, envejecimiento prematuro y aparición de manchas y pecas. “El daño provocado por el sol es acumulativo. Esto determina el riesgo de presentar cáncer de piel en el futuro”, explica la Dra. Emilia Zegpi, dermatóloga de Clínica Santa María.
Para hacer frente a los efectos dañinos de los cambios climatológicos es necesario reforzar la higienización de la piel, aplicar a diario crema hidratante de día y crema nutritiva de noche, sobre todo en los meses más fríos. También es fundamental utilizar bloqueador solar todo el año y en los meses más calurosos reaplicar cada 3 o 4 horas. Su uso debe extenderse a manos, cuello y orejas y, en lo posible, evitar la exposición al sol entre las 10 de la mañana y las cuatro de la tarde.
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Por otra parte, una alimentación rica y variada potenciará la capacidad de que la piel regenere sus capas más superficiales. Consumir vitamina C y antioxidantes todo el año, mediante la ingesta de frutas como berries, manzanas, naranjas y verduras como el tomate, zanahoria o brócoli, permitirá combatir la acción de los radicales libres. El consumo de dos litros de agua al día también ayudará a mantener la piel hidratada.
Con la colaboración de: Dra. Emilia Zegpi, dermatóloga de Clínica Santa María.