Los casos de hepatitis A en Chile se han duplicado respecto a 2016, registrándose un incremento inusual de este virus que afecta al hígado. ¿Sabes cómo prevenir su contagio?
La detección de esta enfermedad es difícil, ya que la mayoría de los casos son asintomáticos, especialmente en los niños. Sin embargo, algunas personas presentan síntomas parecidos a los de un cuadro viral, como pérdida de apetito, fiebre, dolor abdominal y fatiga. En ocasiones, la orina puede estar más oscura, las heces decoloradas y la piel y las escleras oculares amarillas, lo cual motiva a consultar. El diagnóstico confirmatorio se realiza midiendo anticuerpos específicos en una muestra de sangre.
Comúnmente, la hepatitis A se contrae una vez en la vida, luego el cuerpo genera defensas permanentes. Su transmisión es fecal-oral, fundamentalmente por el consumo de alimentos contaminados con deposiciones que tienen el virus, debido a una mala manipulación de éstos.
Sin embargo, según las autoridades de salud, las alzas registradas durante el último tiempo, especialmente en la Región Metropolitana, no se deben a lo anterior, sino a transmisión sexual por conductas de riesgo, en las cuales se puede generar contacto oral con el virus. Este mecanismo de transmisión está ampliamente documentado en la literatura científica mundial.
Datos del Ministerio de Salud indican que el primer trimestre de 2016 hubo 40 casos notificados de hepatitis A en la Región Metropolitana, mientras que en el mismo período de 2017 la cifra aumentó a 253. A nivel nacional, la incidencia también subió de 3.2 a 6.4 casos por cada 100 mil habitantes, durante el primer semestre de este año. Esto constituye un brote que se concentra principalmente en la R.M, Valparaíso y Antofagasta.
Este virus se puede prevenir manteniendo buenas condiciones higiénicas, como lavarse las manos después de ir al baño y antes de manipular alimentos, además de vacunarse contra la hepatitis A. En relación con el reciente aumento de casos, el principal método de prevención es el uso de preservativo y evitar el contacto oro-fecal.
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Con la colaboración de: Dra. Mónica Lafourcade, Médico microbiólogo, y
Dr. Marcelo Wolff, infectólogo, Clínica Santa María.