Un equipo de cirujanos plásticos, expertos en Cirugía Estética y Reconstructiva, realizan todo tipo de tratamientos en una infraestructura acondicionada para los pacientes que se someten a procedimientos de este tipo. El aumento mamario y la aplicación de toxina botulínica son los más demandados en esta época.

El aumento mamario es una de las intervenciones más comunes en Cirugía Plástica. Las razones que motivan a las mujeres son variadas: realzar el busto, mejorar el aspecto de mamas que no se desarrollaron o corregir asimetrías tras la lactancia. El procedimiento consiste en introducir un implante, a través de incisiones muy pequeñas que se realizan alrededor de la areola o en el sucro submamario, y situarlo detrás de la glándula mamaria o del músculo.
Esta cirugía se recomienda después de los 18 años, cuando la mama ya ha alcanzado su madurez. Además, es importante mencionar que los implantes son bien tolerados durante el embarazo y no influyen en la lactancia.
“El invierno es la época ideal para someterse a esta intervención debido a que el postoperatorio considera el uso de un sostén especial durante un mes para mantener el implante inmovilizado”, explica la Dra. María Teresa Pesqueira, médico jefe de la Unidad de Cirugía Plástica y Medicina Estética.
Si se trata de mejorar la apariencia del rostro, la aplicación de toxina botulínica -más conocida como Botox®- tiene por objetivo disimular las líneas de expresión del rostro, por medio de un tratamiento no invasivo y altamente efectivo que consiste en paralizar ciertos músculos gestuales a través de la inyección de esta toxina, que suaviza las arrugas hasta por un plazo de seis meses.
Si bien hay zonas con más tendencia a generar líneas de expresión, como el entrecejo, es posible aplicar Botox® en todo el rostro. La especialista afirma que, pese a ser considerado un procedimiento de baja complejidad, requiere ser realizado por un experto. “Es fundamental tener conocimiento de la musculatura del rostro y la anatomía facial para evitar complicaciones. También hay que aplicar la dosis precisa para cada área del rostro y conseguir así los resultados esperados”, explica.
Este tratamiento se recomienda a partir de los 30 años, dura entre 10 y 20 minutos, no necesita anestesia y es de carácter ambulatorio. Está contraindicado en mujeres embarazadas y personas que sufren algunas enfermedades neurológicas y autoinmunes.
“Estas técnicas mejoran la autoestima y confianza. Ese es el objetivo que nos interesa lograr en nuestros pacientes, realizando procedimientos con altos estándares de seguridad y óptimos resultados. Estos aspectos son muy importantes cuando se trata de una cirugía o procedimiento electivo, donde es la persona quien toma la decisión de intervenirse”, finaliza la Dra. María Teresa Pesqueira.
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Con la colaboración de: Dra. María Teresa Pesqueira, médico jefe de Cirugía Plástica y Medicina Estética de Clínica Santa María.