Son nutrientes necesarios para que el organismo funcione de manera correcta y, a diferencia de los minerales, basta consumirlas en bajas dosis diariamente para obtener sus múltiples beneficios.
- Vitamina A: Conocida como Retinol, es un potente antioxidante y anti cancerígeno. Mejora considerablemente la visión y ayuda a ver mejor en la oscuridad. Participa en el proceso de desarrollo celular y reparación de células de la piel, uñas y cabello. Encuéntrala en alimentos como espinaca, zanahoria, brócoli y pimiento rojo.
- Vitamina B: Corresponde a un conjunto conocido como Complejo B que actúa principalmente a nivel del sistema nervioso. Las puedes encontrar en pan integral, nueces, yema de huevo, almendras, pescado, leche, legumbres y vegetales verdes como el brócoli.
- Vitamina C: Es un antioxidante muy potente, por lo que es vital para evitar el envejecimiento prematuro y prevenir enfermedades cardíacas. Mejora la absorción de hierro y ayuda a prevenir infecciones. Consúmela en naranjas, mandarinas, tomate, perejil y espinaca.
- Vitamina D: Se denomina Calciferol porque contribuye a la absorción de calcio y fósforo. Estas propiedades hacen que sea muy necesaria para los niños en edad de crecimiento. No obstante, se forma automáticamente en la piel por la exposición solar. Existen algunos alimentos ricos en vitamina D como sardinas, atún, margarina y huevos.
- Vitamina E: Conocida también como Tocoferol es un potente antioxidante y participa, principalmente, en la producción de glóbulos rojos. Además, colabora en la formación de músculos y tejidos del cuerpo, y ayuda a reducir el riesgo cardiovascular. Alimentos que la contienen son el aceite de girasol, de maíz y soja, frutos secos y coco.
- Vitamina K: Juega un rol muy importante en la coagulación sanguínea y en los procesos de cicatrización, por lo que es conocida como “vitamina antihemorrágica”. Consúmela en tomates, huevos, pescados, verduras de hojas verdes y frutas como kiwi y plátano.