Rodrigo Contardo tiene 38 años y es comunicador audiovisual. El pasado mes de diciembre y, a pesar de su corta edad, fue sometido a un trasplante de hígado. “Si pueden ser donantes y regalar vida, háganlo”, reflexiona tras esta experiencia.
A los 27 años le diagnosticaron colitis ulcerosa, una patología del colon y recto que se caracteriza por inflamación y dolor abdominal. Tres años después, le detectaron colangitis esclerosante primaria, una enfermedad asociada de origen autoinmune y de tipo crónico que se refiere a la inflamación progresiva de los conductos biliares. Este hecho fue el primer signo de que su hígado no estaba en las mejores condiciones.
Rodrigo vivió siete años con este silencioso mal, que se manifestaba principalmente con sensación de cansancio y baja energía, además de ictericia (piel de color amarillo). Durante todo ese tiempo fue evaluado por el Dr. Jaime Poniachik, gastroenterólogo de Clínica Santa María, quien le indicó tratamiento farmacológico para evitar que su hígado continuara deteriorándose.
Sin embargo, el año 2013 fue hospitalizado de urgencia durante un mes debido a una descompensación de la colangitis y a un cuadro de vasculitis, una enfermedad autoinume que puede afectar a cualquiera de los vasos sanguíneos del cuerpo y que le provocó manchas en la piel, inflamación de la nariz y zumbidos en el oído, entre otros síntomas. Una vez dado de alta, el Dr. Poniachik le planteó la posibilidad de realizarse un trasplante hepático, opción que cada año tomaba más fuerza para Rodrigo, ya que representaba la única oportunidad de mejorar su calidad de vida y de retomar las actividades que había abandonado.
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El hígado, además de ser el órgano más voluminoso del cuerpo, cumple tres funciones vitales: Almacenamiento de energía, desintoxicación del cuerpo o eliminación de toxinas y síntesis de sustancias fundamentales para el día a día. Cuando este órgano presenta daño severo, como el que provoca la colangitis esclerosante en el tiempo, el organismo necesita el reemplazo del hígado dañado por uno en buenas condiciones, siendo el trasplante hepático la única alternativa.
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Fue en octubre del año pasado cuando comenzó a sentir malestar general y los síntomas de la vasculitis se hicieron presentes nuevamente, obligándolo a permanecer hospitalizado por dos meses. Durante ese período, además, estuvo en coma por dos días producto de su falla hepática. Rodrigo ya había sido evaluado por el Dr. Javier Chapochnick, médico jefe del Programa de Trasplante de Páncreas e Hígado, y el trasplante era inminente, por lo que sólo restaba esperar. “Este tipo de trasplante depende de la generosidad de una familia que decide donar los órganos de un paciente con muerte cerebral”, explica el especialista.

Un domingo de diciembre, Rodrigo recibió el llamado que confirmaba la existencia de un hígado compatible y en buen estado para él. En Clínica Santa María la operación duró 12 horas y resultó exitosa. Su evolución fue muy rápida y positiva, y dos semanas después fue dado de alta. Hoy, a tres meses de la intervención, los exámenes de rutina muestran niveles hepáticos normales y Rodrigo de a poco ha ido retomando las actividades que había dejado de lado.
“El trasplante fue una segunda oportunidad de vivir y una experiencia muy enriquecedora en todo sentido. Si pueden ser donantes y regalar vida, háganlo”, finaliza Rodrigo.